Madre de muchas jóvenes y de muchas FMA, sabía guiar a las almas con gran realismo y sentido común. Unía una fuete y arraigada espiritualidad a una gran humanidad, fruto de su vida siempre vivida entre trabajo y oración, entre acción y contemplación.
Su santidad fue sencilla y cotidiana, de una mujer con un enorme deseo de evangelizar. Para ella era importante hacer conocer y amar a Dios. El Señor era su felicidad, una felicidad rebosante, que no podía reservarse para sí.
Santa Mazzarello partió a la Casa del Padre el 14 de mayo de 1881, en Nizza Monferrato con tan solo 44 años de edad. Fue beatificada por Pío XI en 1938 y canonizada por Pío XII en 1951.
Fuente: Hijas de María Auxiliadora