ANS – La historia de María Romero Meneses, Hija de María Auxiliadora, de origen nicaragüense y costarricense de adopción, se caracteriza por una actividad apostólica incansable, que dio vida a grandes obras sociales y se basa en la confianza ilimitada en la Auxiliadora, que ella llamaba “mi Reina”. Con viva sensibilidad evangélica y eclesial, conquistó con su celo apostólico a las jóvenes estudiantes, que se convierten en “misioneras” (misioneritas, las llamaba sor María) en los pueblos, entre los niños semi-abandonados y familias indigentes. Después también adultos, empresarios adinerados y profesionales de renombre, son conquistados por su devoción mariana que obtiene gracias sorprendentes; y luego se sienten comprometidos a colaborar activamente en las iniciativas asistenciales que sor María, bajo la acción del Espíritu, vaplaneando continuamente con la audacia de la más auténtica fe en la Providencia.
En medio de la sucesión de obras por organizar, y de su peculiar actividad como consejera espiritual (cada día horas y horas en dedicados coloquios privados, las llamadas “Consultas”) encuentra espacios y momentos de ardientes elevaciones del espíritu y de una intensa vida mística, que resulta ser la fuente de la fuerza interior de donde mana su apostolado y de donde recibe extraordinaria eficacia. Su ideal: amar profundamente a Jesús, “su Rey” y difundir la devoción junto a la de su divina Madre. Su íntima alegría es la posibilidad de acercar la verdad evangélica a los niños, los pobres, los que sufren y los marginados. La más deseada recompensa por sus sacrificios es el ver renacer en una vida “perdida” la paz y la fe.
La fe de sor María movía montañas. Las personas que estuvieron en contacto con ella, quedaron marcadas con el sello de la fe en Dios. Su fe era un dinamismo espiritual que la llevó a encontrar las soluciones a los casos más diversos. Medios para obtener la fe eran la oración y el perdón. Para ella, “Fe es creer en Dios que es Padre y nos ama”. Porque unida a Cristo dio buenos frutos y muchos han reconocido y experimentado la bondad de esta cosecha abundante de gracia y de bondad.