Roma – En el Salesianum de Roma se abrió esta mañana, 23 de noviembre, la 78ª Asamblea semestral de la USG, que se propone continuar con la reflexión sobre el Seminario Teológico del mes de febrero 2011, iniciada ya en la anterior Asamblea Semestral en el mes de mayo.
Cerca de 130 personas, Superiores de las Órdenes y de Congregaciones religiosas representantes de la Unión de Superiores Generales (USG), iniciaron esta mañana los trabajos de la segunda asamblea semestral con el título “Trasmitir la Fe”.
La jornada tuvo inicio con la oración inicial y el saludo ofrecido por el Rector Mayor, Don Pascual Chávez, en calidad de Presidente de la USG. Partiendo de la carta de San Pablo a los Romanos “Yo no me avergüenzo del Evangelio, porque es potencia de dios para la salvación de quien cree” (Romanos 1, 16), Don Chávez presentó las características de la “nueva evangelización” al cual toda la iglesia, comprendidos los religiosos, estamos llamados. Habló por lo tanto de la necesidad de tomar las “semillas verbi”, es decir, todo cuanto hay de bello y de verdadero en el mundo de hoy que constituye un acceso a Dios; y de la necesidad de nuevos evangelizadores, capaces de hacer el anuncio todavía “más explícito y más desinteresado”. Al final lo que importa no es que el hombre de hoy nos y acoja nuestras doctrinas e instituciones, sino que escuchen al hijo de Dios y su Evangelio”, dijo.
La primera intervención estuvo a cargo del padre Salvatore Currò, de la Congregación de San José (CSJ), quien sintetizó las reflexiones hechas por la USG en la precedente Asamblea semestral: desde la reconocida exigencia de una teología para la vida consagrada, a las diversas sensibilidades que entre los religiosos están ahora en maduración, desde punto de vista espiritual, de la comunión fraterna y de la misión apostólica.
Después de un momento de reflexión comunitaria y de compartir diversas ideas intervino el padre Mario Aldegani, CSJ. En su reflexión presentó algunas parábolas del evangelio de San Mateo, señalando enseñanzas útiles para el servicio de la autoridad y de la animación de los superiores y de sus consejos para las respectivas comunidades. Después propuso examinar a la luz de la palabra de Dios, a las personas en los eventos, en lo eclesial y en el carisma concluyendo con tres sugerencias: trabajar en “guiar el cambio”, animando a las comunidades locales, frecuentemente centradas sólo en el presente; administrar y gobernar como grupos de trabajo; y tener confianza en Dios y los propios hermanos
La estructuración de las actividades y la división de los participantes en mesas de trabajo favoreció el compartir y las reflexión.