P. José Calasanz

Beato de la Iglesia Católica

Inspector de los Salesianos del Perú y Bolivia

(1923-1924)

El beato José Calasanz fue el cuarto superior provincial de la Inspectoría Salesiana Santa Rosa de Lima y el primero de nacionalidad española en ejercer esta labor (el segundo fue monseñor José Ramón Gurruchaga, décimo cuarto inspector). Tiene el mérito de ser el único superior provincial en la historia de todas las órdenes y congregaciones existentes en el Perú, tanto masculinas como femeninas, en estar en los altares. Su gestión en nuestro país se enmarcó los gobiernos de Don Pablo Albera (II Sucesor de Don Bosco, 1910-1921) y Don Felipe Rinaldi (III Sucesor de Don Bosco, 1922-1931) como Rectores Mayores de los Salesianos.

Sus inicios

El padre Calasanz nació en Azanuy, diócesis de Lérida (Huesca, España) el 23 de noviembre de 1872. Sus padres fueron Benito Calasanz y Antonia Marqués. Quedó huérfano a temprana edad, falleciendo su padre en agosto de 1882 y su madre, exactamente un año después, en agosto de 1883. Es en este momento dramático de su vida en que su hermana mayor Dolores lo lleva a Barcelona y, con el apoyo de cooperadores salesianos, fue inscrito en el colegio de la congregación en Sarriá (Barcelona) a donde ingresó el 7 de junio de 1884.

En aquella obra, Calasanz con trece años de edad pudo conocer personalmente a Don Bosco durante su célebre visita a Barcelona de 1886. Optó por la vida religiosa salesiana, registrándose en Sarriá los principales hitos de su formación: allí fue admitido como novicio el 1 de diciembre de 1889, a los diecisiete años; allí también tuvo lugar su vestición clerical una semana después, el 8 de diciembre de 1889; y finalmente, en Sarriá hizo su profesión religiosa perpetua el 1 de setiembre de 1890. Su ingreso a la congregación en Sarriá coincidió con el periodo de director de aquella obra del beato Felipe Rinaldi, quien, años después, como Rector Mayor de los Salesianos, lo enviaría como Inspector al Perú.

En la Inspectoría Salesiana Tarraconense, con sede en Barcelona, hizo sus primeros votos. La tonsura y órdenes menores el 21 de setiembre de 1894, el subdiaconado el 7 de junio de 1895 y el diaconado el 21 de setiembre de 1895. A excepción del subdiaconado, impartido en Barcelona por su obispo monseñor Jaime Catalá, el resto de órdenes fueron recibidos en la diócesis de Vich por su titular, monseñor Josep Morgades. Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1895 en Barcelona, de manos de monseñor Catalá.

España, Cuba y su primer contacto con el Perú

Siendo Don Rinaldi inspector, fue nombrado director de la nueva casa de la torre La Esmeralda. Sobre este periodo, nos dice el Diccionario Biográfico Español editado por la Real Academia de Historia:

“En 1903, al desglosar la dirección del bachillerato de Sarriá, instalándola en la torre La Esmeralda, en el barrio de les Corts, junto a la Diagonal, Calasanz fue nombrado director de la nueva obra. Ésta, en 1905, dio origen al colegio de Salesianos- Mataró, del que, además de fundador, estuvo al frente once años (1905-1916), de reconocido prestigio hoy en la sociedad catalana. Pasó once años en Mataró coincidiendo con la Semana Trágica de 1909”.

Tras ejercer durante tres lustros como director en Cataluña, fue enviado en 1916 a Camagüey, la primera obra de los Salesianos en Cuba. Sobre esto señala el padre Francisco Rodríguez de Coro:

“Una vez en la isla, Calasanz se dedicó a realizar la fundación de la primera escuela profesional de Cuba, que llegaría a ser una de las mejores de toda América. Pero los tiempos le fueron hostiles a Calasanz y las facilidades que parecía ofrecerle la señorita Dolores Betancourt fueron un pasaporte al fracaso, que, sin embargo, él y sus colaboradores, los salesianos Capra, Ullivarri y Celaya, supieron asumir. Se quedó a trabajar por los jóvenes pobres de Camagüey, en clima de provisionalidad, de 1916 a 1920 y de 1920 a 1922 en La Habana-Guanabacoa”.

Siendo aún personal de Cuba, fue enviado por Don Rinaldi al Perú a predicar los ejercicios espirituales y como observador de la situación interna de la inspectoría. Llegó a Lima el 28 de enero de 1922. Por entonces el padre inspector Sallaberry se encontraba en Italia y había quedado interinamente al frente de la Inspectoría Peruano-Boliviana el recién preconizado monseñor Octavio Ortiz Arrieta, quien lo recibió y puso al tanto de la situación. Calasanz dejó Lima el 20 de abril de 1922 y tras pasar por Piura, retornó a Cuba.

Lo que Calasanz y el resto de salesianos peruanos desconocían es que algunos meses después, en Cuba, recibiría el nombramiento como nuevo superior de la Inspectoría Santa Rosa de Lima. La nómina lleva fecha del 15 de enero de 1923.

El 10 de marzo escribió desde La Habana al padre Juan Barile, director de la casa salesiana de Arequipa: “No necesito decirle la confusión que me ha llenado esta determinación de los superiores. Ante mi inutilidad, que soy el primero en reconocer, me da algún aliento el pensamiento de que en la voluntad de nuestros amadísimos superiores e visto y hemos de ver siempre la de Dios”.

Inspector del Perú y Bolivia

El padre Calasanz llegó al Perú, ahora como nuevo inspector, el 4 de mayo de 1923 con cincuenta años de edad. Encontró una inspectoría cuyo principal problema era la falta de personal y la precariedad de su noviciado, ubicado en Arequipa. Este fue el principal motivo por el que permaneció en el Perú sólo hasta el 11 de abril de 1924, en que se embarcó rumbo a Italia para solicitar ante los superiores más personal para nuestra inspectoría. Si bien mantuvo contacto epistolar hasta la llegada de su sucesor, el padre Luis Pedemonte, no volvió al Perú ni a ningún otro país de nuestro continente.

De su breve gestión, la de menos duración en toda la historia de la Inspectoría Santa Rosa de Lima, la memoria histórica local recuerda principalmente su rol de “primer párroco” de Magdalena del Mar, cargo que efectivamente recibió el 17 de mayo de 1923, a menos de dos semanas después de su arribo al país. Si bien el nombramiento fue oficial, en la práctica quien ejerció dicho rol fue el padre Fortunato Chirichigno, entonces salesiano de la casa de Breña, ya que las responsabilidades propias del cargo de inspector de todas las casas salesianas del Perú y Bolivia hacían absolutamente imposible que él pudiera atender directamente las demandas de un frente parroquial.

Sobre su gestión, sintetizó el padre Cirilo Calderón, recordado historiador de nuestra inspectoría: “Salvó la casa de Sucre y cimentó la de Huancayo”. Mantuvo especial interés en la casa de Arequipa, dirigida por su amigo, el padre Mauricio Arato, con quien mantuvo una intensa comunicación epistolar, reseñada por el padre Eugenio Pennati con ocasión de la beatificación del padre Calasanz. Son cuarenta cartas que constituyen la principal fuente para conocer sus años de gestión, ante la sorprendente ausencia de registros de aquel periodo en las actas del Consejo Inspectorial.

Por una de sus cartas, sabemos que para agosto de 1924 sus gestiones de personal para el Perú habían sido intensas y complicadas: “Creo que no he perdido tiempo, pues los superiores me han prometido ya cinco sacerdotes, tres acólitos y algún aspirante. Confío que no se vuelvan atrás. Lo que no he podido conseguir de ningún modo son coadjutores para los talleres: no los hay y por tanto es por demás pensar en ello y bien claro que me lo dicen los Superiores”.

Su trato personal dejó, como sello principal de su semblanza, su franqueza. El padre Ernesto Briata, director de la casa de Breña durante su breve gestión, señaló: “Era sincero como Natanael y franco y decidor a fuer de genuino español”.

Inspector de la provincia tarraconense

En 1925, el padre Calasanz fue nombrado por Don Rinaldi como superior de su inspectoría de origen, la tarraconense, que comprendía Cataluña, Aragón, Valencia y Baleares. Ejercía como tal cuando estalló la Guerra Civil Española. Se encontraba en Valencia realizando los ejercicios espirituales con setenta salesianos de su inspectoría, cuando la casa fue asaltada por milicianos. Tras algunos días de cárcel y ser liberado, fue nuevamente detenido y subido a un camión donde fue asesinado el 27 de julio de 1936.

La noticia se conoció en el Perú algunas semanas después. Los salesianos de Lima la comunicaron lacónicamente en la edición de “El Pan del Alma” del 13 de setiembre de 1936: “Entre las tristes noticias que han llegado de España está la muerte del M. R. P. Calasanz que fue inspector de estas casas salesianas del Perú y Bolivia. Fue víctima de la ferocidad comunista en Valencia, donde se hallaba temporalmente. Un mártir más en el cielo”.

Fue beatificado junto a sus compañeros mártires por el papa Juan Pablo II el 12 de marzo de 2001.

David Franco Córdova
Historiador de la Congregación Salesiana del Perú

Fuentes:Libro de registro de salesianos de la Inspectoría Salesiana Santa Rosa de Lima. Tomo I: 1891-1940. Fol. 154. Archivo Histórico Salesiano del Perú – Sección Inspectoría.
Francisco Rodríguez de Coro: “Beato José Calasanz Marqués”. Diccionario Biográfico Español. Real Academia de Historia.
Cirilo Calderón. “Obra Salesiana en el Perú: 1891-1936”. Páginas 273-282. Texto mecanografiado. Archivo Histórico Salesiano del Perú – Sección Inspectoría.
Eugenio Pennati. “Lauros y palmas. Semblanza del beato José Calasanz Marqués sdb. Mártir de la Revolución Española”. 2001. Texto mecanografiado. Archivo Histórico Salesiano del Perú.
“El Pan del Alma” N° 1702, 13 de setiembre de 1936. Archivo Histórico Salesiano del Perú.