La fe de esta hija de María Auxiliadora es enorme y brilla de una manera especial en el eficientísimo apostolado ejercido sobre todo en los años de Valverde del Camino (España) con un compromiso formidable en la catequesis, aprovechando la presencia de Dios en la creación y la celebración del amor providente en la difusión de la práctica del Rosario de las llagas y de un amor filial a María, inspirándose en el Tratado de la verdadera devoción del Monfort.
Se sentía como una «Cristobal Colón» de la fe y de la evangelización que navega los mares en la salvación de las gentes: «Estaba conmovida al ver a este héroe zarpar de la costa y conducir hacia tierras desconocidas a los operarios del evangelio para esparcir la semilla del evangélica y extender el reino de Jesús sobre toda la tierra. En ese momento me sentí como de fuego, y nada me habría costado meterme en un bote para llegar a las tierras en busca de las ovejas de Cristo». La vida y el testimonio de sor Eusebia era una semilla verdadera, florecida en un frondoso árbol en cuyas ramas muchos han encontrado y encuentran descanso y fuerza.