(ANS – Roma) – Algunas reflexiones para celebrar en clave salesiana esta fiesta.
Pocos días después de su investidura clerical, en octubre de 1835, en la víspera de su partida para el seminario, Mamá Margarita lo llamó y le hizo ese discurso memorable: «Juanito mío… cuando naciste te consagré a la Santísima Virgen María; cuando iniciaste tus estudios te recomendé la devoción a esta nuestra Madre; y si te conviertes en sacerdote, recomienda y difunde siempre la devoción a María».
DonBosco fue fiel a esta recomendación de su madre: creció en la escuela de María, la sintió cercana en cada momento de su vida. Él la dio como madre a los jóvenes, a los Salesianos, a las Hijas de María Auxiliadora y a los Cooperadores Salesianos. Fundó una asociación para difundir la devoción. ¡La hizo amar!
Esta entrega a María fue, desde el comienzo mismo de la vida de Don Bosco, un soporte para su trabajo entre los jóvenes, y se ha convertido para nosotros en un legado de nuestra propia identidad como Familia Salesiana. Hoy, en la solemnidad de la Asunción, renovamos esta entrega recordando las palabras del Concilio sobre la Virgen: «Asunta al cielo… continúa obteniendo la gracia de la salvación eterna… cuida de los hermanos de su Hijo todavía peregrinantes y que se hallan en medio de peligros y afanes, hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada» (Lumen Gentium, 62).
¡Buena fiesta!