Primeros años
Leonardo Murialdo nació en Turín en 1828, octavo hijo de una familia acomodada. Perdió a su padre cuando sólo tenía solamente cuatro años, recibió sin embargo una educación católica excelente en el Colegio Escolapio en Savona. Cuando joven tuvo una profunda crisis espiritual que lo convirtió y lo ayudó a descubrir su vocación sacerdotal. Emprendió en Turín los estudios filosóficos y teológicos. En esos años comenzó a trabajar en el Oratorio de los Ángeles Guardianes, dirigido por su primo, P. Roberto Murialdo..
Con Don Cafasso y Don Bosco
Gracias a esta colaboración, se puso en contacto directo con los problemas de los jóvenes de Turín: chicos de la calle, prisioneros, limpia chimeneas, aprendices de talleres. En 1851 fue ordenado sacerdote. Empezó a trabajar en estricta colaboración con Don Cafasso y con Don Bosco y a pedido de éste se ocupó de la dirección del Oratorio de San Luis. Leonardo respiró el sistema preventivo, lo encarnó y lo aplicó en todas sus futuras obras educativas. En 1866 aceptó la direccción del Colegio Artigianelli en Turín, dedicado a asilir, dar formación humana, cristiana y profesional a los muchachos pobres y abandonados. Hizo innumerables viajes por toda Italia, Francia e Inglaterra, para visitar instituciones educativas y de beneficencia, para aprender, comparar y mejorar su prio sistema educativo.
Fundador de los Josefinos
El P. Murialdo fue de los que promovieron las primeras bibliotecas católicas populares y la Unión de los Obreros Católicos, de los que será asistente eclesiástico por muchos años. En 1873, con el apoyo de algunos colaboradores, fundó la Congregación de San José (Josefinos de Murialdo). Su finalidad apostólica fue la educación de los jóvenes, especialmente de los jóvenes pobres y abandonados. Abrió oratorios, escuelas técnicas, hogares para jóvenes trabajadores, y colonias agrícolas, reforzó su compromiso en las asociaciones laicales, especialmente en el campo de la formación técnica de los jóvenes y en la buena prensa. Su lema era: Fare e tacere (Hacer y callar). Fue un hombre espiritual y de oración, contemplativo en acción como Don Bosco.
Un padre y un guía para los jóvenes
Hacia 1884 tuvo varios ataques de neumonía bronquial: don Bosco fue a bendicirlo y, a pesar de las pruebas y molestias, vivió hasta 1900. El haber perdido Leonardo a su padre, en tierna edad, lo inspiró a ser Padre y guía de los jóvenes que el Señor quiso confiarle. Su vida, estilo y obra lo unen a su amigo y modelo San Juan Bosco.
Pablo VI lo beatificó en 1963 y lo canonizó el 3 de mayo de 1970.