La Inmaculada Concepción fue proclamada por el Papa Pío IX en el año 1854, quien afirmó que «María, por un privilegio único, fue preservada de la mancha original desde el primer instante de su concepción».
El papa León XIII elevó la fiesta a la máxima categoría litúrgica, veinticinco años después. La festividad se populariza año a año, y hoy alcanza a millones de personas en el mundo.
Devoción mariana de Don Bosco
Desde que Don Bosco inicia su labor pastoral en Turín, muestra su devoción por tres advocaciones diferentes de la Virgen: por la Consolata en los primeros años; posteriormente por la Inmaculada; y finalmente por la Auxiliadora.
La devoción del santo turinés al Corazón Inmaculado surge antes incluso de la declaración del dogma de la Inmaculada en 1852. En Valdocco, la devoción a la Inmaculada se convierte así para la pedagogía salesiana en motor que alienta el esfuerzo, la piedad, la bondad, la pureza, la alegría, el compañerismo, la vida de familia y el discernimiento de la vocación, tal como Don Bosco quería.
La costumbre que tenía Don Bosco de colocar eventos importantes en la cercanía de fiestas litúrgicas, sobre todo marianas, no era una estrategia clerical, sino que manifestaba la profunda convicción de la presencia de María en su vida, en el oratorio y, después, en la Congregación.
En sus Memorias Biográficas, el fundador de los Salesianos recuerda: “Todas las bendiciones que nos han llovido del cielo son fruto del avemaría rezada con fervor y recta intención junto con el joven Bartolomé Garelli”.
La intercesión de la Inmaculada
Precisamente en el Oratorio, Santo Domingo Savio organizó un grupo que se llamaba Compañía de María Inmaculada. Estos jóvenes ayudaron con una entrega encomiable a Don Bosco en algunas de las tareas más importantes del Oratorio.
En muchas obras salesianas la Familia Salesiana se reúne a las 12.00 para celebrar el Círculo Mariano recitando juntos una Ave María. Es una tradición que recuerda la gran devoción que Don Bosco tenía a María y cómo el carisma salesiano nació bajo la protección y la guía de la Madre de Dios.
El día de la Inmaculada sucedieron varias gracias. También un 8 de diciembre, pero de 1984, la Santa Sede promulgaba las Constituciones aprobadas tras su revisión en el Capítulo General XXII de los Salesianos, celebrado en Roma en ese mismo año.
Fuente: Don Bosco. es