(ANS – Roma) – hace 150 años, un 14 de mayo de 1862, a sólo dos años de la fundación de la Congregación salesiana (18 de diciembre 1859), 22 personas realizaron oficialmente la primera profesión religiosa salesiana. Con motivo del inicio de las diversas fases de preparación del Capítulo General 27 y en el año del conocimiento histórico de Don Bosco, la memoria de este episodio ayuda a comprender mejor la responsabilidad de ser “Testigos de la radicalidad evangélica”.
En las actas del “Capítulo Superior” se lee la crónica de aquel pequeño evento. El episodio fue narrado en las Memorias Biográficas (vol. VII, cap. XVII, 160-161) y retomado por el Rector Mayor en la Carta “Llamó a los que Él quiso, y ellos se fueron con Él” en el 150° aniversario de la fundación de la Congregación salesiana.
14 de mayo de 1862: “Los hermanos de la Sociedad de San Francisco de Sales fueron convocados por el Rector y la mayor parte de ellos se vincularon a la naciente Sociedad pronunciando formalmente los votos trienales. Esto se realizó del modo siguiente:
“Don Bosco, Rector, revestido de roquete, invitó a todos a arrodillarse, y se arrodilló él mismo. Comenzó a recitar el Veni Creator […], se recitaron las letanías de la bienaventurada Virgen María […]. Terminadas estas oraciones, los hermanos ordenados in sacris [con órdenes sagradas]: don Victor Alasonatti, don Miguel Rua, don Angel Savio, don José Rocchietti, don Juan Cagliero, don Juan Bautista Francesia y don Domingo Ruffino; los clérigos Celestino Durando, Juan B. Anfossi, Juan Boggero, Juan Bonetti, Carlos Ghivarello, Francisco Cerruti, Luis Chiapale, José Bongiovanni, José Lazzero, Francisco Provera, Juan Garino, Luis Jarac y Pablo Albera; los seglares caballeros Federico Oreglia di Santo Stefano y José Gaiapronunciaron en alta voz y claramente todos juntos la fórmula de los votos […] Después de esto, cada cual firmó en un libro a propósito”.
Don Bonetti sigue diciendo en su crónica: “Éramos veintidós, sin incluir a don Bosco, los que hicimos los votos según el Reglamento. El estaba arrodillado en medio de nosotros junto a la mesita sobre la que presidía el crucifijo. Como éramos muchos, recitamos la fórmula juntos, a medida que don Miguel Rua la leía.
Después se puso don Bosco en pie. Se dirigió a nosotros, que seguíamos arrodillados, y nos dijo unas palabras […] Nos dijo entre otras cosas:
[…] “Pero alguno dirá: – Don Bosco ¿ha emitido también estos votos? Escuchad: mientras vosotros hacíais ante mí estos votos, yo los hacía ante este crucifijo para toda mi vida; me ofrecía en holocausto al Señor, dispuesto a todo para procurar su mayor gloria y el bien de las almas especialmente las de la juventud. Ayúdenos el Señor a mantenernos fieles a nuestras promesas […]. Queridos míos, vivimos tiempos turbulentos […], pero no importa: yo tengo pruebas seguras de la voluntad de Dios para que se funde nuestra Sociedad y persevere. […] Todos nos demuestran que Dios está con nosotros […]. ¿Quién sabe si el Señor no querrá servirse de nuestra Sociedad para hacer mucho bien en su Iglesia? De aquí a veinticinco o treinta años, de seguir el Señor favoreciéndonos como hasta el presente, nuestra Sociedad se extenderá por distintas partes del mundo y llegará al número de mil socios”.
En la lista de los 22 nombrados en el Acta aparecen ocho nombres nuevos, todos jóvenes o jovencísimos, desde Domingo Ruffino, de 22 años, a Pablo Albera y Juan Garino, con 17.
Los primeros votos perpetuos, con los que uno se consagra a Dios por toda la vida, Don Bosco los permitió a sus hijos solo después de haber cumplido los votos trienales.