En Valdoco se organizaban varias fiestas, con solemnes funciones litúrgicas, ricas academias poético – musicales, e ilustres invitados. Una de estas era la celebración del onomástico de Don Bosco. El día del bautismo le fue dado el nombre de San Juan Apóstol (27 de diciembre). Pero en Turín la fiesta de Juan Bautista (24 de junio) era la fiesta patronal de la ciudad y la diócesis, honrada con el disparo de cañón y la descarga de disparos de fusil de las tropas. Los jóvenes del primerísimo oratorio de Valdocco comenzaron en aquella ocasión a festejar a Don Bosco y ofrecerle flores, creyendo que fuera el onomástico. Don Bosco dejo hacer y lo hizo durante toda su vida.
Así lo narran nuestras Memorias Biográficas, las cuales reportan el episodio como el de mayor reconocimiento. Siempre en los primeros tiempos del Oratorio (1849) dos de los mejores muchachos, Carlo Gastini y Felice Reviglio, se pusieron de acuerdo en secreto para ahorrar por varios meses en el alimento y conservar las pequeñas contribuciones económicas. Alcanzaron así a comprar dos corazones de plata para donarle a Don Bosco, sin que sus compañeros lo supieran. En la vigilia de San Juan, se levantaron de la cama mientras sus compañeros dormían, tocaron la puerta de la habitación de Don Bosco, quien los hizo entrar. Increíble, narrar la gran conmoción al ver los dos corazones de plata, donde escasearon las palabras, permanece en la memoria las cordiales palabras de felicitaciones de estos dos extraordinarios muchachos.
El día después la noticia “secreta” estaba en la boca de todos. Celosos por la buena idea de sus dos compañeros, se decidió para los años siguientes que la fiesta sería organizada por todo el Oratorio. Así efectivamente sucede. En aquella oportunidad en Valdocco confluían masa de jóvenes, eclesiásticos, laicos, autoridades religiosas y civiles, benefactores, hasta el punto que en los años ochenta se debía organizar en los días siguientes otras dos fiestas distintas, una para los exalumnos laicos y otra para los exalumnos sacerdotes. Obviamente salesianos y jóvenes de las casas esparcidas por Italia, Francia y América Latina se hacían presentes con conmovedoras cartas de felicitaciones y simpáticas poesías para la ocasión.
Muerto Don Bosco, y sucediéndolo Don Rua, se deliberó transportar la fiesta del onomástico de estos al 24 de junio, así que el onomástico de Don Bosco viene a ser el onomástico del sucesor. Aquella del 23-24 de junio de 1891 fue épica, porque después de cantos, sonidos, poesías y prosas, en estivo festivo y serio, todos los trabajadores fueron en concurso a ofrecer a Don Rua como regalos algunos trabajos: un par de zapatos, un ornamento y una capa, una puerta, un reclinatorio, un libro bien encuadernado, una grande estatua de madera de la Virgen de Lourdes, una imagen plástica del Corazón de Jesús, las medallas y condecoraciones.
Este año, 2012, el IX sucesor de Don Bosco se encontrará familiarmente rodeado de sus hermanos de su casa, de la comunidad del vaticano, una representación de las Hijas de María Auxiliadora y de la Familia Salesiana, y representantes de la Circunscripción Italia Central.
¡Gracias, Don Pascual Chávez, por ser Don Bosco entre nosotros!