Magdalena Catalina Morano nació en Chieri, en la provincia de Turín, el 15 de noviembre de 1847. Cuando ella tenía ocho años, murió su padre Francisco, por lo que empezó a ayudar a su madre en su trabajo. Gracias a su tío sacerdote, pudo volver a estudiar. Su maestra le asignó el cuidado de los más chicos. En ese tiempo se encontró con Don Bosco por la primera vez, caminando a Butigliera d´Asti. Magdalena quería enseñar y cuando tenía 17 años obtuvo el certificado de maestra.
Maestra
Cuando tenía 19 años empezó a enseñar en Montaldo Torinese: lo hacía con competencia y diligencia considerando sus 14 años, habiéndose ganado el respeto y la estima de todo el vecindario. Finalmente, Magdalena siguió el consejo de su director espiritual y, después de haber comprado una casa para su madre con sus ahorros, fue a hablar con Don Bosco, quien la envió a Mornese, donde la Madre Mazzarello la recibió con alegría.
Con la Madre Mazarello
Enseguida empezó a enseñar. En 1880 se consagró a Dios a través de los votos perpetuos y le pidió al Señor la gracia de “mantenerse viva hasta convertirse en una santa”. En 1881, a pedido del arzobispo de Catania, Magdalena fue invitada a dirigir el trabajo en Trecastagni, donde ya estaban trabajando tres maestras. Durante cuatro años estuvo a cargo, enseñó, lavó, cocinó, fue catequista, pero fue especialmente un testigo a tal punto que las niñas siempre la llamaban y decían: «¡queremos ser como ella!»
Sicilia
Después de una pausa de un año en Turín, donde estuvo a cargo de la comunidad FMA en Valdocco, fue enviada a Sicilia como Visitadora, directora y maestra de novicias. Su labor era fundar nuevas comunidades y formar a las Hermanas. Constantemente con “una mirada hacia la tierra y diez hacia el cielo”, ella abrió colegios, oratorios, albergues y talleres en todas partes de la isla.
Surgieron numerosas vocaciones, atraídas por el celo y el espíritu comunitario que ella creaba alrededor suyo. Sus múltiples apostolados era bienvenidos y alentados por los Obispos. En Catania le encargaron la supervisión de toda la catequesis, la fundación de nuevos oratorios y del Colegio de Maestros.
Era muy devota de San José y María Auxiliadora, quienes la guiaron en la fundación de nuevas obras, siendo exitosa en la difusión del carisma de Don Bosco y el Sistema Preventivo.
Muerte
Debido a un tumor, Sor Morano murió en Catania el 26 de marzo de 1908. A su muerte ese año, había en Sicilia 18 Casas, 142 Hermanas, 20 novicias y 9 postulantes. En la ciudad donde murió, Juan Pablo II la proclamó Beata el 5 de noviembre de 1994. Sus restos son venerados en Ali Terme (Messina).