Nacido el 28 de mayo de 1856 en Lu Monferrato (Alessandria), Felipe se sintió ganado por Don Bosco a la edad de veintidós. Como sacerdote, se le encomendó la formación de aspirantes y novicios. En 1899, el Padre Rua lo envió como Director a la comunidad de Sarriá, en España y más adelante como provincial principal. En ese rol contribuyó enormemente al desarrollo de los Salesianos en España.
Vicario General
Al ser designado Vicario General de la Congregación, se volvieron aún más evidentes su don como padre y la riqueza de sus iniciativas. Instauró centros de formación para ofrecer ayuda espiritual y social a las mujeres jóvenes trabajadoras; planificó trabajos de imprenta y guió y apoyó a las Hermanas Salesianas en un momento particularmente sensible de su historia. Dio mucho aliento a los Cooperadores, e instauró la Federación Mundial de ex alumnos, tanto masculina como femenina.
Rector Mayor
Trabajando con la Selatrici di Maria Auxiliatrice, vislumbró las posibilidades de una nueva forma de vida consagrada en el mudo y lo hizo una realidad. El grupo se convertiría más adelante en los “Voluntarios de Don Bosco”. Fue elegido Rector Mayor en 1922. El Padre Francesia decía: “Lo único que le falta al Padre Rinaldi es la voz de Don Bosco: tiene todo lo demás”.
Un maestro de la vida espiritual
Utilizó todas sus energías en adaptar el espíritu de Don Bosco a todas las épocas. Hizo mucho para desarrollar los estudios salesianos y fue un maestro de la vida espiritual. Trabajó para renovar la vida espiritual de los Salesianos, tenía una fe total en Dios y una confianza ilimitada en María Auxiliadora. Le solicitó a Pío XI que concediera “indulgencias por el trabajo santificado”. Se interesó mucho en las misiones, enviando muchos jóvenes Salesianos a aprender idiomas y costumbres para que la evangelización fuera más eficiente.
Murió el 5 de diciembre de 1931. Sus restos son venerados en la cripta de la Basílica de María Auxiliadora. Es conmemorado el 5 de diciembre.
Fue beatificado el 29 de abril de 1990 por Juan Pablo II.