(ANS – Roma) – En la noche del Viernes 28 de febrero, el pensamiento de «buenas noches» fue ofrecido por el P. Stefano Martoglio, Superior de la Circunscripción Piemonte – Valle d’Aosta. A propósito de ella, la definió como «una Inspectoría normal, que vive en las complejidades de su tierra, en la multiculturalidad y en los desafíos que el ser servidores de los jóvenes nos pone».
Don Martoglio indicó que son 500 los salesianos y 1.600 los laicos colaboradores que están comprometidos en animar 38 comunidades educativas (incluyendo dos en el extranjero, en Lituania): escuelas, centros de formación profesional, oratorios y parroquias, institutos universitarios, casas para menores… Y también señaló que «la Familia Salesiana local está representada de forma rica y vivaz, prácticamente de casi todas las ramas de la Familia Salesiana, una bendición única».
Lo que realmente hace de esta una circunscripción es el poseer «un cofre precioso que guarda el tesoro del nacimiento y crecimiento de la congregación: los lugares salesianos». Un regalo confiado y que es dado en custodia , un regalo para hacer vivo y para ofrecer: «la riqueza de una casa que conserva la memoria del padre, la energía de Dios del inicio del carisma, la riqueza de fe y valentía apostólica del desarrollo de toda la congregación».
El Colle y Chieri recuentan el crecimiento en la fe de la vocación de Juan Bosco. Valdocco habla de la pobreza y de la fe de los inicios, pero no menos importante del nacimiento del modo educativo, y lleva a hacer memoria de la fundación de la Congregación. » Valdocco nos recuenta la devoción mariana que nace Consolata, crece y se desarrolla Auxiliadora».
«Y luego – dijo el Superior – el otro primer Oratorio de San Luis, con la iglesia de San Juan Evangelista, San Benigno Lanzo, Foglizzo, Mirabello Borgo San Martino… que nos recuentan el desarrollo inicial de la Congregación, los pasos siempre más seguros de Don Bosco que pone mano a la construcción de la obra de Dios, al masculino y al femenino. «Tener la custodia de los lugares que hacen memoria de los orígenes es una responsabilidad que compromete a hacer «hablantes» cada piedra y el espacio.
Es una responsabilidad que involucra a toda la Congregación, y continúa siendo «una gran riqueza para las generaciones más jóvenes de los salesianos que se forman; en efecto en las casas de formación de nuestra Inspectoría pasan y crecen muchos jóvenes salesianos de sus Inspectorías».
Y hubo una apelación final: «A todos nosotros la reflexión para hacer estos lugares hablantes en las personas, que deben ser dedicados a ellos. A buen entendedor, pocas palabras. Solo el Señor calienta los corazones».