(ANS – Roma) – El domingo 27 de abril será declarado santo el Papa Juan XXIII, Angelo Giuseppe Roncalli, nacido en Sotto il Monte (Bérgamo) el 25 de noviembre de 1881; elegido Papa el 28 de octubre de 1958 y quien muere el 3 de junio de 1963. Convocó al Concilio Ecuménico Vaticano II.
Juan XXIII repetidamente se complace en recordar que de niño leía las Lecturas Católicas, «primero y más eficaz complemento a su formación religiosa y civil», junto a las vidas de los chicos escritas por Don Bosco; aún niño supo por el Boletín Salesiano, que llegaba a su casa, de la muerte de Don Bosco.
Cultivó una especial devoción a la Auxiliadora, cuya imagen, tomada de un número del Boletín Salesiano, colgaba en la pared cerca de su cama. La proclamó Patrona del Concilio con los títulos de «Auxilium Christianorum, Auxilium Episcoporum«, y el 28 de mayo de 1963, ya gravemente enfermo, bendice con profunda emoción las dos coronas destinadas al cuadro de la Auxiliadora en la Basílica del Sagrado Corazón de Roma.
En su vida y en su pontificado siempre mostró una gran simpatía por Don Bosco y por toda la obra salesiana de la que admiraba la prodigiosa propagación en todo el mundo. Hablaba de Don Bosco como «Hijo de Mamá Margarita, en el cual la chispa de la gracia del Señor supo llevar una naturaleza simple, buena e inocente para inspirar empresas tales que aún asombran a la humanidad» (31 de enero de 1959). El amor a Don Bosco tuvo que echar raíces profundas en su corazón también por las admirables afinidades espirituales que existían entre los dos grandes hombres de Dios: abiertos a cada cosa buena, extremamente comprensivos y amables.
En el discurso que pronunció a los Salesianos Cooperadores el 31 de mayo de 1962, el Papa reveló el encanto que siempre ejerció sobre él San Juan Bosco: «Las empresas de Don Bosco, considerado en su totalidad de eclesiástico perfecto en el ejercicio de la oración, del testimonio personal íntimo y de acción, surgieron entusiasmos tales, para luego hacer desear a un joven iniciado en el sacerdocio, que eran de la edad de catorce años, emular los ejemplos». En 1960, poniendo fin formalmente al Sínodo Romano en la Basílica de San Pedro, dijo: «Hoy, domingo 31 de enero, es la conmemoración litúrgica de San Juan Bosco. Este nombre es un poema de gracia y de apostolado: de un pequeño pueblo del Piamonte ha llevado la gloria y los sucesos del amor de Cristo hasta los confines del mundo».
Pero la prueba más extraordinaria de su amor por Don Bosco, Juan XXIII la había dado el año anterior, cuando decretó al Apóstol de la juventud los honores romanos junto con San Pío X. La emoción ya era grande el domingo 3 de mayo de 1959, cuando el Papa, en el gozo de una gran multitud, se dirigió al templo de San Juan Bosco en Cinecittà para realizar su oración al santo que había iluminado su juventud. Pero la emoción y la alegría tocaron la cumbre el 11 de mayo, cuando el Vicario de Jesucristo deseaba que Don Bosco tuviera los honores del triunfo por las calles de Roma y la Plaza de San Pedro, al lado del Santo Pontífice Pío X. Hablando a la asamblea reunida en la Plaza de San Pedro, el Papa cambió la conocida frase dicha a Don Bosco por sus hijos: «Roma te admira; Turín te ama»; y se dirigió al Santo exclamando: «El mundo entero te admira; todo el mundo te ama».