(ANS – Roma) – El 24 de mayo de este año se cumplen 200 años del regreso a Roma del papa Pío VII, el benedictino Barnaba Chiaramonti, después de años de prisión (1809-1814), tranascurridos primero en Savona y luego en Fontainebleau, Francia, como prisionero de Napoleón. Solo el hecho de que la liberación se llevó a cabo en el día de la memoria de María Auxiliadora, impulsará a Pío VII a la creación, en septiembre de 1815, de la fiesta litúrgica.
El espíritu con el que el Papa vivió los años de prisión son bien expresado por la primera solicitud hecha al llegar al palacio episcopal de Savona: poder orar cotidianamente ante el Santísimo Sacramento. Aquí el Papa pasará muchas horas al día en oración y adoración, pidiendo la ayuda de Dios para la Iglesia y el perdón para sus perseguidores; y aquí, cada noche, junto con algunos de la Casa Pontificia, recitará el rosario. La población de Savona pronto siguió su ejemplo, deteniéndose a rezar ante el sagrario y recitando el rosario de acuerdo con sus intenciones.
Después de coronar a Savona la efigie de la Madre de la Misericordia, Pío VII establece la fiesta de la Auxiliadora como memorial perpetuo de su liberación y la libertad dada a la Iglesia. De este modo, tal título y tal fiesta se aplican para una particular referencia, tanto al ministerio del Sumo Pontífice, como a la libertad de la Iglesia en su misión.
El Bicentenario de la liberación del Papa Pío VII y su regreso a Roma el 24 de mayo, nos preparan al el Bicentenario del nacimiento de Don Bosco, durante el cual serán recordados también el bicentenario de la institución de la fiesta litúrgica de María Auxiliadora.
Providencialmente el nombre de Don Bosco está asociada desde su nacimiento a la de la Auxiliadora, cuya devoción «nos enseña – como ha señalado el Papa Benedicto XVI durante su visita a Savona en el 2008 – el valor al enfrentar los desafíos del mundo: materialismo, relativismo, secularismo, sin ceder nunca al compromiso, dispuestos a pagar en persona con el fin de permanecer fieles al Señor y a su Iglesia. El ejemplo de serena firmeza dado por el Papa Pío VII nos invita a conservar inalterable en las pruebas la confianza en Dios, sabiendo que Él, a pesar de permitir tiempos duros a su Iglesia, nunca la abandona. El episodio vivido por el gran Pontífice nos invita siempre a confiar en la intercesión y en el cuidado materno de la Santísima Virgen María».
Estos hechos históricos se recuerdan en la Basílica de María Auxiliadora de Turín: tanto en la fachada, donde en un altorrelieve está representado el Papa Pío VII coronando a María en el Santuario de Savona después de su liberación del cautiverio de Napoleón; como en la gran cúpula, donde el Papa está representado en el acto de constitución de la fiesta litúrgica de la Auxiliadora.