Del 8 al 14 de enero el segundo grupo de salesianos de la Inspectoría Santa Rosa de Lima compuesto por unos 50 hermanos celebraron sus Ejercicios Espirituales anuales en la Casa de Retiro San Francisco Solano ubicada en la Alameda de los Descalzos en el Rímac.
Dirigió este importante momento de renovación espiritual y de acendrada oportunidad de conversión personal y comunitaria, el P. José Antonio Pachas sdb, quien, ya Delegado Inspectorial para el CG 27, compartió con la expectante Asamblea unas reflexiones orientadas a la exposición y profundización de las principales temáticas del ya aludido CG 27.
«Testigos de la Radicalidad Evangélica» fue, pues, el telón de fondo de todas motivaciones en la mañana y en los temas presentados. Juntamente con ellos se trató acerca de la Fragmentación de la vida interior hacia una espiritualidad unificada, Don Bosco, testimonio de una mística que unía armónicamente lo más noble del carácter humano así como su mejor disposición a la gracia de Dios que hicieron de él, un testigo de fe y concretez humana de excepcional valor para la historia de la santidad contemporánea.
Igualmente, la mística del Da mihi animas se focaliza en la atención de los jóvenes, sobre todo de los más pobres, y en este espacio. P. Pachas aludió con franca sinceridad, el impacto de las palabras de Papa Francisco quien dirigiera unas palabras de saludo a toda la Asamblea Capitular reunida en Roma. Volver a los pobres es, sin duda alguna, una de las tareas del rediseño y re-estructuración de las comunidades salesianas del Perú para el presente sexenio.
Finalmente, la conversión personal implica una conversión pastoral que mueva a superar el individualismo hacia un dinamismo de comunión interpersonal que recupere el valor personal de la relación y de la pertenencia entre los salesianos y se vuelva una profecía de amistad y de comunión interpersonal en un mundo donde la frialdad y la indiferencia condicionan la atención del otro como persona.
La Comisión Inspectorial de Formación (CIF) se encargará de prolongar a lo largo de todo el presente año, el buen espíritu que ha animado estas reflexiones y que enriquecerán, sin duda alguna, la calidad de la conversión personal y de la convivencia comunitaria, despertando en todos los salesianos una convicción más profunda de la necesidad de su testimonio como consagrados al servicio de los muchachos y jóvenes más pobres y abandonados.