Un maestro es importante si sabe generar discípulos. Un cristiano es grande si genera santos. Entre los que han suscitado admiración e imitación, está Don Bosco, el fundador de los salesianos. Pensando en él, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, consagrados y laicos, obispos y misioneros han vuelto a escribir el “Evangelio…según San Juan Bosco”, pensando en los muchachos y jóvenes más pobres. Muchos de estos sus “imitadores” han ingresado en una interesante publicación, “Como las estrellas en el cielo. Figuras de santidad en compañía de Don Bosco” (Come stelle nel cielo. Figure di santità in compagnia di Don Bosco. Torino, LDC, 2015) cuidada por el P. Pierluigi Cameroni sdb.
En 320 páginas son presentados 166 bautizados glorificados o candidatos a la santidad: 9 santos, 117 beatos, 12 venerables, 28 siervos de Dios. Han sido elegidos en base a su presencia en el calendario litúrgico propio salesiano como santos y beatos; o como pertenecientes a algún grupo de la familia salesiana, como venerables y siervos de Dios y encaminados a la beatificación y canonización. La narración de sus vidas hace emerger el rico patrimonio de santidad, inspirado en Don Bosco y replicado cientos de veces en las diversas partes del mundo en los que estos hombres y mujeres han vivido y han trabajado.
Cada uno de ellos puede llegar a ser, a su vez, generador de imitación en todos los que se encuentran trabajando en contextos sociales y culturales semejantes a aquellos en los que se expresaron y realizaron. No solo: siendo candidatos a la santidad, pueden inspirar las invocaciones y las plegarias a quien se ve obligado a actuar en situaciones difíciles. Una forma concreta, ésta, para vivir la fe en la comunión de los santos.
El cardenal salesiano Angelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos resume, en las páginas introductorias del volumen, el sentido de esta propuesta de santidad de las muchas facetas: “La pedagogía de la santidad, vivida en la alegría, es la profecía más actual del santo de la juventud. Hoy, más que nunca, la Iglesia y la sociedad tienen necesidad de santos para hacer a la humanidad más gentil y amigable y el mundo más acogedor y fraterno… No se trata de cuadros de un museo para contemplar y admirar. Los santos son personas vivientes en la Jerusalén celestial que la Providencia ha puesto, como estrellas en el cielo, para nuestra orientación hacia el bien, lo verdadero, lo bello. Conozcamos nuestros santos e imitémosles».
Fuente: Avvenire