(ANS – San Salvador) – El Salvador es un país chiquito con una densa población. También los Salesianos son numerosos en este país. La Familia Salesiana cuenta aquí con grandes proyectos educativos y miles de destinatarios. Eso explica la tumultuosa acogida con que fue recibido el Rector Mayor Don Ángel Fernández Artime en su última etapa de la gira por cinco países de Centro América.
Los jóvenes se arremolinaban a su alrededor a su llegada a la Parroquia María Auxiliadora, en la capital salvadoreña. Después, en el encuentro con la Familia Salesiana en un amplio salón abarrotado a más no poder, Don Ángel habló a los «suyos» con un mensaje cálido, afectuoso y orientador. «Estamos al servicio de los demás, cada grupo con su autonomía propia, en comunión recíproca y en actitude de salida», afirmó el Rector Mayor.
Animó a los presentes a seguir haciendo lo que hacen para que disminuya la violencia, uno de los grandes dolores de este pueblo. Luego el Rector Mayor abrió un espacio de diálogo con los grupos presentes y el encuentro finalizó con una sesión de fotos de grupo con el Rector Mayor.
El domingo, 4 de septiembre, el Rector Mayor se encontró con el Movimiento Juvenil Salesiano en el Instituto Técnico Ricaldone. La audiencia juvenil era desbordante, multicolor y bulliciosa. La primera parte del encuentro se dedicó a la celebración eucarística dominical y en la homilía Don Ángel subrayó que seguir a Jesús va más allá de lo que me gusta y que se debe plantear la propia vida ante el Señor: ¿qué has pensado para mí?
Este encuentro ha coincido con la canonización de la Madre Teresa de Calcuta en Roma. Así el Rector Mayor resaltó que en principio ella había realizado su vocación de monja, pero más adelante, descubrió lo que Dios quería de ella: dedicarse a servir a los últimos de entre los pobres. Fue una decisión difícil para ella.
Comentó también que el obispo Oscar Arnulfo Romero es otro ejemplo de sensibilidad a la llamada de Dios. De ser un sacerdote ejemplar pasó a convertirse en el defensor valiente de los pobres. Para él hubo una llamada más intensa de Dios.
Don Ángel concluyó su reflexión afirmando que la felicidad se encuentra en servir. Y puntualizó: “Hay que amar la vida”.
Por la tarde el Rector Mayor pidió visitar en forma privada la tumba de mons. Romero, que se encuentra en la catedral, y el Hospital de la Divina Providencia, donde fue asesinado.