Su testimonio motiva e inspira a elegir el camino del voluntariado. Un camino difícil pero lleno de satisfacciones personales, un encuentro consigo mismo y con la realidad de miles de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
Joanna Piecyk recorrió más de 11 mil kilómetros en avión, desde su ciudad natal, Varsovia, en Polonia, para llegar al Perú. Anteriormente ya había pisado suelo peruano, durante sus vacaciones. La experiencia le encantó, la riqueza cultural le fascinó y prometió volver. Sin embargo, esta vez fue diferente, regresó al Perú como voluntaria en la obra misionera de San Lorenzo, en la Selva del país. Una nueva historia enriquecedora estaba a punto de iniciar en la vida de Joanna, cariñosamente conocida como Asia.
Durante un año Joanna estuvo sumergida en la Amazonia peruana, viviendo momentos inolvidables, de constante aprendizaje. Los niños le dieron una calurosa bienvenida, la hicieron sentir en casa. Las principales actividades que realizaba a diario era trabajar con los chicos del oratorio, recorrer los barrios de la ciudad, promover las actividades deportes, artísticas y religiosas: catequesis.
En este año transcurrido la vida la golpeó, su padre falleció. Fueron momentos de incertidumbre, de dudas y penas, pero fue la alegría, sencillez y el afecto de los niños que la mantuvieron en pie. Fue el amor un factor fundamental para que siga con su experiencia. Llegando a su tierra irá a despedirse de su padre.
“Son en estos momentos donde aparecen muchas cosas, sobre todo nuestras debilidades y frustraciones, pero eso me ayuda a seguir adelante como persona, me fortalece. Pese a todo, vale la pena seguir este camino”
Para ella el retorno a su país fue complicado y lleno de nostalgia. “Estoy con muchas emociones juntas, aún no asimilo que partiré a Polonia