Nuestro querido misionero salesiano, el padre Pablo Tran, nos comparte sus inicios y la gran aventura que significó dejar su país, Vietman, para emprender uno de los retos más importantes y valiosos de su vida: convertirse en misionero.
Su padre, profesor de inglés de los seminaristas salesianos, inculcó en el padre Pablo su vocación. Con el pasar del tiempo fue descubriendo el sentido del carisma salesiano, gracias al ambiente festivo que encontró en aquel lugar. Las clases sobre la vida de Don Bosco se quedaron grabadas en su mente. El 8 de diciembre cumplió uno de sus más grandes sueños: ordenarse como presbítero.
Desde hace 9 años, el Perú y los salesianos lo acogieron como un hijo más. Llegaba a un país totalmente desconocido e indescifrable, donde el fútbol y Machu Picchu eran su mayor referencia. Su simpatía, sencillez y carisma son algunas de las características del padre, quien con una sonrisa entre los labios recuerda que llegó a Lima con tan solo una maleta y casi nada de ropa, pues pensaba que iba a volver pronto a su país.
Un gran desafío fue aprender la lengua y cultura. “No tuve ni tiempo de despedirme de mis papás, de mis amigos. Todo fue tan rápido”, sostiene. Pero cuando la tristeza y la pena lo embargaban, decía “mi motivo para seguir adelante es saber que Jesús me ama y quiere que siga su camino”.
Desde su llegada al Perú estuvo presente en tres obras salesianas: Ayacucho, Piura y Cusco. Culminó con éxito sus estudios de teología en Bogotá, Colombia. Su alegría es trabajar, día a día, con el firme objetivo de formar buenos cristianos y honrados ciudadanos.
Ser más cercano a los jóvenes: su gran anhelo
El padre Pablo asume con gran responsabilidad la nueva etapa que inicia como sacerdote, donde uno de sus mayores anhelos es transmitir su entusiasmo y cercanía a los niños y jóvenes, escucharlos, compartir con ellos sus vivencias y convertirse en un gran confesor. “Quiero ser un buen director espiritual para ayudar a los chicos. Tenemos que vivir como vive la gente, respetar su cultura y ser parte de sus actividades”, sostiene.
¡Gracias por tu humildad y ganas de servir a los niños y jóvenes más necesitados!