Desde hace pocos días, se encuentra disponible el VIII volumen de la edición crítica del “Epistolario di Don Bosco”, editado por el Director Emérito del Instituto Histórico Salesiano, P. Francisco Motto, y que se encuentra en la editorial LAS de Roma. Recoge 394 cartas de 1882 a 1883, muchas de ellas inéditas, con todas las consecuencias evidentes para una mejor comprensión de la vida humana y espiritual del santo.
Los destinatarios de las cartas son, como de costumbre, muy diferentes entre sí. El 45% de las cartas están dirigidas a los bienhechores, mientras que algo menos del 40% están dirigidas a miembros del clero. Los temas tratados son numerosos y pueden identificarse fácilmente en el índice.
El volumen difiere de los anteriores y tiene algunas particularidades. En primer lugar por el hecho de que un 25% de las cartas están en francés: un francés más «hablado» que escrito, con un «sabor» italiano. En segundo lugar, la destinataria con más cartas y una benefactora francesa de cuarenta años, Claire Louvet, que a partir de ese momento se relaciona con Don Bosco con densas correspondencias de carácter espiritual, que se prolongan prácticamente hasta la muerte del Santo.
Por último, se trata de un corpus de cartas, más de la mitad de las cuales fueron escritas lejos de Turín-Valdocco. De hecho, a lo largo estos dos años, Don Bosco ha estado «fuera de casa» todo un año, de los cuales 6 meses en Francia.
Estos pocos datos son suficientes para comprender el valor histórico-biográfico-espiritual de estas cartas. El “hilo rojo” que une las cartas es la vida cotidiana de Don Bosco, entrelazada con grandes acontecimientos (los largos viajes, el triunfo en París, la expedición misionera, la fundación de nuevas casas, la Empresa de la Patagonia, los primeros nombramientos Episcopales de algunos salesianos, la relación dolorosa y las amargas controversias con Mons. Gastaldi…), pero también y sobre todo con los compromisos cotidianos: citas comunitarias, audiencias privadas, estudios, lecturas, visitas a los bienhechores.
Aquello que emerge es un Don Bosco en todos los campos que, aunque físicamente frágil, lo da todo para mantener viva y consolidada la Congregación. Ahora camina sobre sus propias piernas, pero Don Bosco sigue siendo, incluso desde lejos, en la cima, un punto de referencia para los grandes problemas, procurador de recursos económicos esenciales para el desarrollo, defensor de sus convicciones, «padre y maestro» vigilante de los jóvenes, de los hermanos, de los trabajadores.
Ciertamente no es la “sombra de sí mismo” como se ha dicho; solo lo será más tarde y de hecho se verá en los próximos dos volúmenes.
Fuente: Agenzia Info Salesiana