Augusta es una joven de 20 años, cuando sonríe se ilumina su rostro, con esa mirada franca y llena de vida. Nadie imaginaría que es una sobreviviente de las calles de Freetown-Sierra Leona. Esta joven podría perfectamente auto definirse como una “guerrera” en su perfil de Facebook y no mentiría.
Augusta es huérfana, vivió en la calles desde los 6 años y se vio obligada a prostituirse para sobrevivir. Estuvo con todo tipo de hombres hasta los 16 años momento que fue rescata por los salesianos de Don Bosco Fambul. Una niña que solo figuraba en los registros sanitarios de la ciudad, en la casa de Don Bosco volvió a pronunciar su nombre, su nombre verdadero, ese que no debía ser pronunciado en las calles de la ciudad. Ahora tiene 20 años y ha cumplido su sueño encontrando al Papa en Roma. Ha contado a Francisco su historia, el Papa conmovido le ha bendecido y, en ella, ha bendecido a tantas chicas que han vivido y viven similares experiencias de miseria y explotación. Augusta es la protagonista de una cadena de “coincidencias”
Es difícil para el P. Crisafulli no emocionarse cuando habla de los chicos y chicas que ha rescatado de las calles de Freetown, sobre todo cuando piensa en aquellos que ha perdido. Junto a otros salesianos sale en la madrugada a recorrer los lugares habituales donde se refugian estas niñas entre 6 y 14 años que son explotadas sexualmente, les llevan un poco de comida caliente, algo de medicinas y sobre todo la propuesta de una casa segura lejos de ese infierno. Ese grupo de salesianos es el segundo actor de esta cadena.
Desde España un grupo de profesionales comprometidos trata de visibilizar a los ojos del mundo la realidad de la explotación infantil. Desde Madrid viajan a Freetown, para junto con los salesianos, recorrer las calles buscando testimonios de este drama humano de manera tal que el silencio no sea cómplice de esta realidad. Ellos son el tercer actor.
Una niña guerrera, un grupo de religiosos y un medio de comunicación se encuentran en lo que para muchos parecería una coincidencia.
El testimonio de la niña, la vocación de los salesianos y la capacidad profesional de un medio para hacer visible una realidad hasta ahora negada por el gobierno de Sierra Leona, han logrado entrar e impactar en los foros internacionales y en las esferas gubernamentales, produciendo un cambio incluso en las leyes que castigan la trata de menores.
“Coincidencias” de este tipo resultan inimaginables, casi mágicas, poco probables en la vida real; es como si existieran conexiones entre sucesos, personas o informaciones a través de hilos invisibles que tan sólo podemos vislumbrar por momentos. Según el psiquiatra suizo Carl Jung esto no es casualidad, sino sincronicidad, uno de los aspectos más enigmáticos y sorprendentes de nuestro universo. Jung llegó a la conclusión de que hay una íntima conexión entre el individuo y su entorno, que en determinados momentos ejerce una atracción que acaba creando circunstancias llamadas coincidentes. Quizás esta sea una de las muchas leyes universales que no puedan ser probadas con demasiada seguridad, pero que sin embargo a regulado la vida de multitud de personas y está presente a lo largo de la historia de la humanidad. Desde la fe y en la tradición heredada de Don Bosco lo llamamos “Providencia”.
Si sabemos escucharla puede convertirse en una buena guía para nuestras vidas.
Fuente: Agenzia Info Salesiana