Una sola voz en miles de lenguas distintas subió a los cielos en el día en que muchos de nosotros celebramos la Encarnación del Verbo en el vientre de la Virgen María: cristianos de todas las Iglesias y comunidades rezaron hoy junto con el Sucesor de Pedro al Padre Santo que está en los cielos. Lo hicieron en sus hogares y en los hospitales, en las cárceles y en las residencias para ancianos, en las farmacias y en los supermercados, en las fábricas, en los coches, caminando, sentados en una silla de ruedas o yacientes en una cama de hospital. De rodillas y de pie, en los almacenes, camiones y puertos. En el campo y la ciudad, en las costas del mar y en el desierto. También en medio de los escombros de las guerras y en los campos de refugiados. Lo hicieron juntos en familia y también en el silencio de la soledad. Niños, jóvenes, adultos y ancianos de cada país, lograron unirse a la oración del Padrenuestro dirigida por el Papa Francisco gracias a la difusión a través de los medios de comunicación.
El Papa Francisco introdujo la plegaria transmitida por Vatican Media y reproducida por medios del mundo con estas palabras:
Queridos hermanos y hermanas,
Hoy nos hemos dado cita, todos los cristianos del mundo, para rezar el Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó.
Como hijos confiados nos dirigimos al Padre. Hacemos esto todos los días, varias veces al día; pero en este momento queremos implorar misericordia para la humanidad duramente golpeada por la pandemia del coronavirus. Y lo hacemos juntos, cristianos de todas las Iglesias y Comunidades, de cada tradición, de todas las edades, lenguas y naciones.
El Pontífice se detuvo en particular en las personas que están sufriendo directamente los efectos de la pandemia causada por el Covid-19:
Rezamos por los enfermos y sus familias; por los trabajadores de la salud y los que los ayudan; por las autoridades, los organismos encargados de hacer cumplir la ley y los voluntarios; por los ministros de nuestras comunidades.
Hoy muchos de nosotros celebramos la Encarnación del Verbo en el vientre de la Virgen María, cuando en su humilde y total «Aquí estoy» se reflejó el «Aquí estoy» del Hijo de Dios. Nosotros también nos encomendamos con plena confianza a las manos de Dios y con un solo corazón y alma rezamos:
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Fuente: Vatican News