“Solo tú eres mi deseo”. Esta expresión de 1946, cuando era un joven clérigo fue el leitmotiv, el domingo 11 de octubre de 2020, en la apertura oficial en el Duomo de Chiari (Brescia), de la Causa de beatificación y canonización del siervo de Dios: sacerdote Silvio Galli. Salesiano de Don Bosco nacido el 10 de septiembre de 1927 en Palazzolo Milanese (Milán) y fallecido en la casa salesiana “San Bernardino” de Chiari el 12 de junio de 2012.
La presencia de numerosas personas, que en diversos lugares participaron al evento, ha confirmado la fama de santidad y los signos que acompañan la memoria viva de este salesiano. De hecho, la apertura de la causa fue particularmente animada y apoyada por el pueblo santo de Dios que ha reconocido en el padre Galli un testimonio singular del amor de Dios.
Significativa fue la presencia de tres hermanos del siervo de Dios, junto a los voluntarios de la Asociación “Auxilium”, fundada por el mismo padre Galli. La presencia del Rector Mayor, padre Ángel Fernández Artime, ha demostrado la gratitud al Señor por parte de la Congregación y de la Familia Salesiana por el testimonio singular de vida de este religioso y por su constante y generoso apoyo a la remodelación de la Basílica de María Auxiliadora y a las misiones salesianas. La Inspectoría Salesiana Lombardo-Emiliana (ILE) fue representada por su inspector, el padre Giuliano Giacomazz y por diversos hermanos.
Antes de la Eucaristía, el obispo diocesano, Mons. Pierantonio Tremolada, ha tomado juramento a los miembros del Tribunal que han entrado en posesión de su cargo: Mons. Antonio Lanzoni, delegado episcopal; el padre Carlo Lazzaroni, promotor de Justicia; el padre Claudio Boldini, notario. El postulador de la causa es el padre Pierluigi Cameroni.
En su homilía, Mons. Tremolada ha expresado la participación de toda la Iglesia de Brescia y de la comunidad civil al evento, y ha reconocido en el sacerdote Silvio Galli, “un padre para muchas personas, que acogió a quien se le acercaba demostrando sabiduría y capacidad de escuchar. Era un hombre que vivía la caridad hacia los pobres: Auxilium es el testimonio. Impresionaba su humildad, mansedumbre y cariño: era uno bueno que recomendaba ser buenos. Vencía el mal con el bien. Tenía un modo particular de vivir la eucaristía y nutría un amor profundo hacia la Virgen”.
En su saludo, el Rector Mayor recordó al padre Galli como “un modelo de santidad sacerdotal y de auténtica vida consagrada en un tiempo marcado por escándalos, abandonos, mundanidad; un verdadero místico del Espíritu anclado a las columnas de la Eucaristía y de María Auxiliadora. Un ejemplo de sacerdote ‘en salida’, con el olor de las ovejas, con una gran singularidad: se tiene la duda si él salía a buscar a quien se había perdido, a visitar los enfermos, a confortar a los presos, porque por así decir no tenía necesidad de salir, porque eran los otros que venían a buscarlo. Fue un profeta de la sacralidad de la vida, de cada vida, especialmente las más débiles, indefensas, heridas, humilladas, explotadas, marginadas, descartadas; testimonio de una viva paternidad espiritual con un estilo típicamente salesiano”.
Fuente: Agenzia Info Salesiana