Han pasado 10 años desde el inicio de las hostilidades en Siria, y la paz aún no llega. Ya no hay bombardeos en las grandes ciudades como hace algunos años, pero el reguero de destrucción, muerte, heridos y desplazados es interminable.
Frente a esta calamidad, los misioneros salesianos nos reinventamos continuamente con un objetivo: “No dejar solos a los jóvenes ni a sus familias”. Y lo hemos conseguido. Hemos formado una gran familia de niños, niñas, jóvenes y adultos en torno a la figura de Don Bosco y nuestros espacios son considerados “oasis de paz”.
Las cifras hablan por sí solas del desastre humanitario de la guerra de Siria: más de medio millón de muertos, 1,5 millones de heridos, 5,7 millones de refugiados y 6,7 millones de desplazados internos. Es cierto que los enfrentamientos se han reducido, pero la crisis económica y la pandemia son, en estos momentos, las guerras más dramáticas que sufre la población, ya que el 80% de los sirios vive por debajo del umbral de pobreza después del confinamiento del año pasado.
Los misioneros salesianos decidimos quedarnos en Siria y mantener abiertas nuestras obras de Damasco, Alepo y Kafroun. Los chicos que atendíamos no entendían que teniendo pasaporte extranjero y pudiendo salir del país nos quedáramos con ellos, pero cuando les dijimos que “a la familia no se la abandona nunca”, comprendieron que “se pueden hacer cosas extraordinarias desde lo ordinario”, asegura el inspector de los Salesianos en Medio Oriente, Alejandro León.
Este ambiente de familiaridad ha ayudado a unir a toda la comunidad cristiana de Alepo y de Damasco, incluso en las peores situaciones y ha multiplicado la fe de los jóvenes y de sus familias. En la actualidad, en Damasco se atienden a 1.200 menores, adolescentes, jóvenes y también grupos de adultos, mientras que en Alepo ha llegado a haber hasta 1.000 jóvenes de diferentes confesiones cristianas. El resultado ha sido una gran familia que se ayuda, que está siempre en contacto y que afianza su fe en medio de las dificultades.
Pero hay muchos menores de 10 años que no conocen otra vida que la guerra, y por eso los misioneros salesianos seguimos estando a su lado ofreciéndoles acompañamiento, comida y ayuda económica para ellos y sus familias.
La ayuda nunca ha faltado. Tanto desde Misiones Salesianas como desde tantas otras organizaciones salesianas, seguimos dando respuesta a las necesidades en Siria. Gracias a estas ayudas económicas, y también de oración y cercanía, los Salesianos de Alepo, Damasco y Kafroun continúan atendiendo a los menores con clases de refuerzo, talleres de teatro y actividades deportivas y de ocio. También, durante la pandemia, que ha vuelto a poner a la población en una situación al límite y ante una nueva emergencia por la falta de trabajo y de recursos.
La paz definitiva y duradera es un clamor para que los sirios puedan empezar a reconstruir su país y sus vidas. Pero mientras se hace realidad, los misioneros salesianos ofrecemos una educación en la cultura de la paz y en los valores cristianos a todo aquel que se acerque a las presencias de Don Bosco en Alepo, Damasco y Kafroun.
Fuente: Misiones Salesianas