En la basílica de María Auxiliadora el alma vibra con el esplendor sonoro del órgano musical más grande y mejor equipado que funciona en el Perú. Es el célebre órgano Tamburini, fabricado en 1933 y restaurado en todas sus partes y piezas entre octubre de 2012 y diciembre de 2016.
Se distingue por sus 2651 tubos sonoros y 34 registros reales, más 12 combinaciones, que lo definen en términos musicales como un instrumento romántico sinfónico. Por cada uno de sus registros reales hay un juego de tubos o familia de tubos de una misma característica sonora. Esta variedad de registros, también llamados voces, revela la gran capacidad de interpretación musical que tiene el órgano salesiano limeño. A ello se suma un sistema computarizado con 2000 memorias programables que permiten obtener una gran variedad de cambios de sonidos cuando se ordena previamente la secuencia de combinaciones de los teclados y registros señalada en la partitura.
Es, además, el primer órgano de tubos que funciona en Lima con dos consolas: una está al lado del gran mueble sonoro, en lo alto del coro de la basílica, y la otra se ubica junto al presbiterio, cerca del altar mayor. Ambas consolas son gemelas: tienen dos teclados manuales, de 61 notas cada uno, y su pedalera de 30 notas con ocho registros propios. Por su diseño no pueden funcionar simultáneamente, pues las computadoras que ejecutan las combinaciones de los registros y teclados únicamente obedecen las órdenes procedentes de solo una consola a la vez.
Toda esta disposición sonora está instalada en lo alto del coro del templo dentro de un fino mueble de madera tallada de estilo románico. En su fachada, de 6 metros de base por 7 metros de alto, resalta la fila de 43 tubos de color aluminio que identifica el órgano de la basílica limeña de María Auxiliadora. Internamente, sobre un área de 27 metros cuadrados (6 metros por 4.5 metros) se ubican las llamadas camas de válvulas o somier donde están agrupados los tubos correspondientes al gran órgano y a la caja de expresión. Los tubos o flautas son de una aleación de estaño y plomo (el estaño le da intensidad al sonido y el plomo le da ‘calor’, según los músicos).
Un motor General Electric de 5 HP activa con una turbina de madera un gran fuelle regulador y los cuatro fuelles del cuerpo sonoro. Dos fuelles grandes, de 3 metros por 2 metros de base, sirven a los tubos de los teclados y algunos registros de las pedaleras, un tercer fuelle activa la parte mecánica y el cuarto fuelle es solo para las trompetas. Esto último es una peculiaridad: lo usual es un juego de trompetas, pero este órgano Tamburini tiene tres juegos de trompetas. También destacan sus seis filas de tubos del registro ripieno, el más numeroso de los órganos del Perú. Precisamente, los tubos más pequeños, de 17 centímetros de alto, son del registro ripieno. El tubo más grande, de 5 metros de alto, es de madera y corresponde al contrabajo 16.
Júbilo salesiano
Así como Mozart definió el órgano de tubos como el rey de los instrumentos musicales, al de la basílica limeña de María Auxiliadora puede dársele el título de testigo polifónico del jubiloso estilo salesiano. Esa abundancia de tubos ripieno y trompetas, por ejemplo, así como su combinación de registros demuestran que fue construido para que su resonante personalidad dejara en el Perú constancia histórica de dos inmensas alegrías: la celebración del Año Santo de la Redención, inaugurado el 2 de abril de 1933, y la canonización de san Juan Bosco el 1 de abril de 1934, con el que se coronó dicho jubileo extraordinario de la Iglesia Universal.
Para tan grandes celebraciones, una generosa donación de las hermanas Du Bois hizo posible encomendar a la Pontificia Fabbrica d´Organi Comm. Giovanni Tamburini la construcción del instrumento (Opus N.° 148) en sus talleres de Crema, 46 kilómetros al este de Milán, Italia. Esta adquisición causó gran expectativa en Lima. También en los superiores de la Congregación Salesiana, que enviaron a Crema a tres de sus músicos, don Giovanni Pagella, Enrico Scarzanella y Luigi Musso, para realizar las pruebas de calidad del instrumento y disponer su inmediato despacho al Perú. Acondicionado en 24 cajas, como si fuera un regalo de Navidad, el órgano llegó al Callao el 23 de diciembre de 1933. Giovanni Tamburini tomó tanto esmero que encomendó a su yerno Luigi Severgnini el cuidado del traslado e instalación del instrumento.
El estreno público del órgano Tamburini en su hogar definitivo ocurrió el domingo 4 de febrero de 1934, cuando se celebró la fiesta de san Francisco de Sales con la asistencia del arzobispo de Lima, monseñor Pedro Pascual Farfán Chávez. Se trataba del primer órgano de tubos accionado por electricidad en el Perú. Los elogios fueron inmediatos ante su perfección mecánica y su precioso timbre de sonidos que van desde la delicadeza de un violín a la imponente sonoridad de una inmensa orquesta. El jueves 15 de marzo, el nuncio apostólico en el Perú, monseñor Gaetano Cicognani, bendijo el instrumento y, luego, tuvo lugar un brillante concierto a cargo de monseñor Pablo Chávez Aguilar, destacado compositor y músico maestro de capilla de la Catedral de Lima. Lo acompañó el coro de la Academia Nacional de Música Alcedo, dirigido por el maestro Federico Gerdes. También participó el padre Hermann Kimmeskamp sdb, quien en los siguientes 30 años sería el gran protagonista como organista y director de los admirados coros de cuatro o cinco voces que formaba con los alumnos del Colegio Salesiano para realzar las misas en la basílica.
Cuidado laborioso
En sus más de 85 años, el órgano Tamburini ha necesitado diversas intervenciones. La primera ocurrió a raíz del terremoto del 24 de mayo de 1940, que dañó el mecanismo y diversos tubos. En 1952 se modificó el ventilador del motor para eliminar un molesto ruido que causaba. En 1969 el padre Kimmeskamp corrigió el sistema de transmisión eléctrica afectado por el óxido. Durante 1972 los padres Félix Picco sdb, Juan Spolti sdb y el hermano coadjutor Antonio Pierobon sdb arreglaron diversos mecanismos dañados en el terremoto del 31 de mayo de 1970.
A partir de 1982 se inició un largo proceso de reparación a cargo del organero peruano Alejandro Rodríguez Jesusi. Su primer encargo fue mantener en funcionamiento uno de los dos teclados de la consola fabricada en Italia. En 1988 se pasó a la reparación de las válvulas, que incluyó el inventario de los tubos faltantes y la importación de sus reemplazos desde la casa Tamburini. De Italia también llegó un donativo del entonces Rector Mayor de los salesianos, don Egidio Viganó sdb, para financiar los trabajos. En 1992 se desarmó el órgano para reparar los sistemas eléctricos, neumáticos y mecánicos, así como para restaurar los tubos sonoros y las partes ornamentales.
En 1997 el señor Alejandro Rodríguez construyó en los talleres de Instituto Superior Salesiano, de Breña, una nueva consola para el órgano Tamburini. Externamente idéntico al fabricado en Italia, internamente se le introdujo un sistema electrónico computarizado. Así como en 1934 el órgano de la basílica limeña de María Auxiliadora fue el primero del Perú en ser accionado con un mecanismo eléctrico neumático, en 1997 se convirtió en el primero de América Latina en ser comandado por un computador Eltec que acababa de ser creado en Italia para órganos de tubos.
Todo este esfuerzo de preservación se perdió por un feroz ataque de insectos xilófagos que devoraban las piezas de madera del órgano. Literalmente quedó mudo en el año 2006 por la obstrucción de los tubos sonoros y el deterioro de sus partes mecánicas y estructurales. El terremoto del 15 de agosto de 2007 afectó la basílica y al decidirse su restauración se incluyó la del órgano Tamburini.
Una restauración total
Afortunadamente, en el mundo de la música los órganos resucitan. La generosa contribución de los fieles, el apoyo de diversas instituciones, la determinación de la Congregación Salesiana y el trabajo competente, meticuloso y tenaz del organero Alejandro Rodríguez, devolvieron a la vida de la Iglesia el más excelso de los instrumentos musicales.
Los trabajos se iniciaron el 1 de octubre de 2011 con el acopio de datos, fotografiado y levantamiento de planos del órgano. Esta información detallada garantizó el desmontaje ordenado del instrumento que se realizó durante noviembre y diciembre. A partir de enero de 2012 se procedió a examinar todas las partes y piezas para determinar su recuperación o sustitución.
En el caso de los 2651 tubos sonoros, solo fue necesario rehacer tres y enderezar o resoldar 300. En el caso de los elementos de madera, se reemplazó todas las partes picadas. Además, las partes, piezas y mecanismos de madera, fueran originales o nuevos, cada uno de ellos recibió tres manos de desinfectante y luego fueron barnizados en todos sus lados para que conserven el desinfectante en su interior y no vuelvan a sufrir el ataque de los insectos.
Esta profilaxis de la madera garantizó la reconstrucción del mueble sonoro, de pino Oregón en los lados y de abeto en la fachada. La parte superior se rehízo con madera mohena anís, según la copia de las piezas originales que se tomó con autocad en el taller de reparación. Además, se empleó pino radiata para los nuevos zócalos y cornisas. Para el interior, se hizo un nuevo marco base de madera sobre el cual se asentaron todos los elementos del órgano principal y también se construyó la caja de expresión, con un diseño propio del organero Alejandro Rodríguez.
Un esmero especial merecieron los cinco fuelles. Más de cuatro meses tomó reparar sus partes de madera, así como colocar nuevas bisagras con pieles de ternera traídas de Alemania y empaquetaduras de lana, para que no se escape el aire. Para el caso del motor se construyó íntegramente de madera el soplador y su caja original fue revestida con acrílico en su interior para que no escape el sonido. A la turbina se le hizo un eje y chumacera nuevos. También fueron reconstruidas cientos de válvulas neumáticas que abren y cierran el paso del aire por los tubos. Todas, antiguas y nuevas, fueron desinfectadas y barnizadas a fondo. Además, se hizo un nuevo cableado eléctrico y se cambió todos los magnetos, que ahora funcionan con 24 voltios y con una fuente de 60 amperios.
La restauración del órgano sirvió para reformar interiormente la consola Tamburini original, que pasó de ser eléctrica neumática a electrónica computarizada. Fue un replanteamiento nuevo que aprovechó la experiencia de la consola limeña construida por Alejandro Rodríguez en 1997 para la basílica, cuando se advirtió que quedaría inoperativa la consola italiana. Ahora el órgano funciona con tres computadores Deltec: uno en cada consola y el principal en el cuerpo del órgano.
En la renovación se reutilizaron algunas tarjetas del primer computador y se introdujeron otras de vanguardia. Dado que se trata de un diseño original, se han confeccionado tres juegos de tarjetas como respaldo para ser utilizadas de inmediato ante cualquier imponderable. Esta precaución permite augurar un funcionamiento sin problemas del sistema electrónico computarizado para los próximos 40 años, a la espera de futuras innovaciones tecnológicas que rejuvenezcan el instrumento. Otra previsión para un muy largo plazo han sido las fotos y planos levantados que muestran en detalle cómo se fabricó y restauró el órgano, ante la eventualidad de alguna reparación.
Se aprovechó así la experiencia que adquirió Alejandro Rodríguez en la pasantía que hizo en los talleres de los constructores y restauradores de órganos Formentelli y Digo Bonto, en Verona, así como en la fábrica de Deltec, en Cuneo, gracias al patrocinio del Instituto Italo-Latinoamericnao (ILA) que recomendó en los años 90 el entonces embajador de Italia en el Perú, Bernardino Osio.
“Al órgano de la basílica de María Auxiliadora se le ha asegurado 100 años más de vida”, destaca su restaurador, el organero Alejandro Rodríguez. En tan delicada y especializada labor contó con el apoyo de su hermano Antonio (en las consolas y la electrónica), de Noé Chávez (en los trabajos manuales finos) y de su ayudante Jorge Delgado, bajo la supervisión del padre Santo Dal Ben sdb, inspector de los salesianos en el Perú, durante la restauración, y ahora párroco de la parroquia de María Auxiliadora.
Solo la pandemia ha interrumpido el concierto con el órgano Tanburini que, desde 2016, se ha venido ofreciendo cada año en la basílica de María Auxiliadora. Así, con el apoyo del Instituto Italiano de Cultura y de la Embajada de Italia en el Perú se han venido de Europa para presentarse en Lima el maestro concertista Alberto Pavoni, así como los compositores y organistas Paolo Baccianella, Livia Mazzanti y Daniel Perer.
Las virtudes del órgano Tamburini pueden apreciarse en el video que grabó Televisión Pastoral TVP – Productora Salesiana de la presentación del maestro Alberto Pavoni en 2016: Concierto Inaugural del Órgano de la Basílica de María Auxiliadora HD – YouTube.
De este modo se ha establecido una tradición de música clásica que enriquece la vida acultural de Lima. Es el valor agregado del órgano Tamburini, cuya resonancia inspira la devoción de los fieles que acuden a este santuario para alabar a Dios y a la Virgen María. Por eso, es uno de los tesoros artísticos que sumó méritos en la valoración que hizo la República del Perú para distinguir con el título de Patrimonio Cultural de la Nación la Basílica de María Auxiliadora, que este 30 de julio celebra el centenario de su inauguración.
Escribe: José Cava Arangoitia, Periodista