Tras el devastador terremoto que azoló a la isla caribeña, la Conferencia Episcopal de Chile, junto a una red organizaciones eclesiales y diversas ONGs, solicitaron al gobierno favorecer la reunificación familiar y la regularización de la situación migratoria de miles de personas.
El terremoto de la mañana del 14 de agosto pasado golpeó duramente a Haití, dejando hasta el momento más de dos mil muertos, por sobre diez mil heridos y una enorme devastación en el territorio. Pero el sufrimiento también ha llegado a la diáspora de haitianos que han emigrado los últimos años por distintos rincones del continente americano, buscando nuevos horizontes y más dignidad para sus vidas. Desde 2010 alrededor de 200 mil de ellos se han instalado en Chile, donde hoy la mayoría realiza trabajos de baja calificación en condiciones precarias, con remuneraciones mínimas y muchas veces sin prestaciones sociales, sin contar con un gran número que está sin documentos oficiales para permanecer en el país.
Esta nación sudamericana ha sido destino de grandes flujos migratorios, pero no todos los que llegan corren la misma suerte. “La situación de los migrantes haitianos es bastante dramática, porque ya lo es de por sí para cualquier migrante en Chile, pero en el caso de los haitianos posiblemente la dificultad idiomática y el color de la piel hacen que su caso sea peor o más deplorable que el del resto de los migrantes”, detalla el sacerdote Alvaro Chordi, vicepresidente de la Fundación Fré, organización nacida hace tres años al alero de la parroquia San Saturnino, en el centro de Santiago. Por medio de voluntarios dan asistencia jurídica, psicológica, social y pastoral a los haitianos, junto con ofrecerles, entre otras actividades, cursos de español y talleres para los niños. La pandemia también los movilizó para recolectar alimentos, útiles de aseo y material sanitario que se han distribuido en más de dos mil cajas de apoyo a las familias.
Fuente: Vatican News