(ANS – Roma) – El primer día como Rector Mayor para Don Ángel Fernández Artime, ha sido intenso y tal vez incluso un poco fatigosa, pero sin duda alegre, vivida en la cercanía de los Capitulares y de tantos que se han encontrado presentes para el saludo, agradecimiento, buenos deseos, y una oración.
La jornada del martes 25 de marzo terminó tarde porque, como es tradición, después de la cena, hubo un momento de celebración animado por los grupos de Capitulares representantes de las regiones, además de las comunidades internacionales de los salesianos y de las Hijas de María Auxiliadora de Roma y Lazio.
Varias veces, al tomar la palabra, el nuevo Rector Mayor dijo que para las palabras programáticas se puede esperar, y que ahora se puede dar espacio al corazón y a los sentimientos por expresar, sobre todo de confianza y gratitud.
«Hoy, más que nunca, he comprendido tantos pasos vocacionales de la Biblia, donde los llamados sienten que el Señor les pide cosas que superan sus fuerzas. Pero al final se cumple esta realidad de fe: te basta mi gracia, nos basta su gracia».
La confianza en Dios es acompañada por la gratitud. Gracias a los muchos salesianos, como ha destacado en varias ocasiones Don Chávez, «la cosa más preciosa que tiene la Congregación son sus salesianos. Es ésta la convicción más profunda, queridos hermanos, que quisiera ponerse en frente todos los días, sin olvidarla jamás».
Y continúa: «Gracias a cada Hermano en cualquier parte del mundo por su vida y su vocación salesiana. En nombre de los jóvenes y de Don Bosco que nos quiere para ellos, gracias a todos».
En la mañana de hoy, miércoles 26 de marzo, el Rector Mayor presidió la Eucaristía y en la homilía se centró en las palabras del Deuteronomio: «Ahora, Israel, escucha (…) para que viváis y entréis a poseer la tierra que os da el Señor Dios de vuestros padres…».
Hace suyas estas palabras, el Rector Mayor: «Siento que el Señor me dice una vez más: ‘ahora, hijo mío, escucha…’ Él me pide ponerme a la escucha atenta de cada uno de ustedes, de la Familia Salesiana, de los gritos de los jóvenes. Y me pide que me ponga en escucha junto a mis hermanos, junto con ustedes y nunca sin ustedes. (…) Don Bosco fue un hombre de escucha: supo interpretar las necesidades de los jóvenes más abandonados».
Es una escucha sin fin en sí misma, sino para servir. «Escuchar y vivir para entrar en posesión de la tierra que el Señor nos da: la tierra del mundo juvenil, en sus diversos aspectos, en el nuevo mundo digital y también en los antiguos y tradicionales espacios, donde los encontramos. Tomar posesión de la tierra no significa convertirse en dueños, sino ser siervos, que, como Moisés en el Sinaí, se quitan las sandalias, porque la vida de nuestros jóvenes es sagrada, incluso la vida de los jóvenes es justo la zarza ardiente de la que Dios nos habla al corazón y a donde nos espera para encontremos con Él».
Publicado el 26/03/2014