Los prelados se dirigieron este nueve de julio para realizar una visita pastoral en compañía de otros sacerdotes y de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos, para manifestar su cercanía a los sacerdotes y fieles de Diriamba y Jinotepe, localidades del departamento de Carazo azotadas por la violencia, y en donde este domingo se registró la muerte de al menos 14 personas.
Los obispos fueron agredidos cerca del mediodía, por paramilitares, mejor conocidas como «turbas», grupos de choque del gobierno de Ortega que asediaban la basílica, todo ello ocurrió en la Iglesia de San Sebastián.
Una docena de personas, entre ellos enfermeros y misioneros franciscanos fueron víctimas de la violencia suscitada ese día, pues las «turbas» ingresaron de manera forzosa en la Iglesia. Esto, luego de que rodearan la basílica, lugar que sirvió de refugio para los afectados. En este sitio también fueron agredidos los obispos y reporteros que seguían la visita.
Las heridas no fueron de gravedad, pero demostraron que la violencia en Nicaragua no tiene cuando parar y se incrementa con el pasar de los días, además de la intolerancia que tienen contra la Iglesia católica que busca estar cerca de su pueblo.
La Conferencia Episcopal de Costa Rica exhortó a la comunidad internacional a que muestre su apoyo a este país para que lleguen a un sendero de paz, encontrando una solución a este conflicto, a esta propuesta se sumó el país de Panamá afirmando que «con la violencia jamás se podrán encontrar los caminos del diálogo y de la reconciliación para solucionar la grave crisis que se vive en Nicaragua».
Esta lluvia de actos violentos no ha sido motivo para que los prelados frenen su misión. El Obispo Auxiliar de Managua, mandó por medio de su cuenta de Facebook, un mensaje tranquilizador a todos los fieles que se mostraron preocupados ante el hecho ocurrido: «…Estoy bien gracias a Dios. Se liberó la basílica y a quienes allí estaban. Gracias a todos por solidaridad y oraciones», expresó.
Fuente: Vatican News