Una tradición que regala alegrías
En Bad Vigaun, una localidad ubicada en Austria, durante la Bajada de Reyes Magos, un grupo de niños y jóvenes visitan cada hogar para pedir una donación, que será utilizada para diferentes proyectos educativos y formativos del mundo. Un 90% de lo recolectado es destinado a Salzburgo, para luego ser distribuido a los lugares que necesiten ayuda.
Uno de estos lugares se encuentra en Perú, en lo más profundo de nuestra Amazonía: el Centro de Formación Técnico Intercultural Yankaum Jintia. Allí podemos encontrar diversos jóvenes de distintas comunidades nativas: Achuar, Wampis, Quechuas y Candozi.
Este apoyo nace gracias a Giovani Hurtado, exoratoriano de la obra salesiana de Magdalena del Mar, quien desde hace algunos años vive en Austria, y luego de una serie de averiguaciones y preguntas, tomó contacto con la Fundación Don Bosco del Perú para ofrecer una significativa donación anual.
Su ímpetu y ganas de servir lo han convertido en una mejor persona y un gran “Amigo de Don Bosco”, campaña de agradecimiento que promueve la Fundación Don Bosco para todas aquellas de colaboran con la misión salesiana.
“El carisma salesiano me enamoró”
En el oratorio salesiano de Magdalena del Mar Giovani vivió nuevas experiencias y fue descubriendo su esencia, que con el transcurso de los años la fortaleció y enriqueció. Hoy, a sus 48 años, el entusiasmo de aquel muchacho oratoriano sigue más vivo y vigente que nunca. Eso lo aprendió de los Salesianos. “Tuve la suerte de conocer a los Salesianos en una época de oro, donde tenían contacto masivo con los jóvenes”, sostiene Giovani.
Los años pasaban, pero su filosofía de vida se mantenía intacta: llevaba el carisma salesiano en el corazón. Los retos y desafíos eran cada vez mayores, pero él no se detenía. El cambio no fue impedimento para llevar su esencia a tierras europeas, él quería aportar con su granito de arena una vocación que descubrió en el oratorio de Magdalena: el canto.
“Apenas llegué a Austria, pregunté por la iglesia más cercana. Quería hablar con el párroco y ofrecerle cantar en misa”, dice. Lo logró, cantó delante de un centenar de personas, que para muchos era un total desconocido. Fue en ese momento donde Giovani empezó a construir una nueva historia.
“Debo hacer algo con los jóvenes de aquí”, se preguntaba constantemente. Esa era su meta: llegar a los jóvenes, y ese deseo nació en el patio del oratorio, en cada conversación con algún salesiano, con sus compañeros del Movimiento Juvenil Salesiano, en los encuentros, en la catequesis.
Luego de algunos años, las puertas de aquel sueño se abrieron. Con trabajo y dedicación, pudo fundar el primer oratorio de la localidad: Pfarre Bad Vigauin. “Lo armé como viví mi etapa de oratoriano”.
En la actualidad, este oratorio recibe a adolescentes y jóvenes, quienes realizan momentos de oración, trabajos de manualidades, talleres, paseos, juegos, entre otras cosas. Si bien es cierto, sus necesidades de vida no son tan complejas, está el deseo de formar una comunidad de jóvenes que aprendan a ser felices, que se respeten y transmitan esta idea a otras localidades del pueblo. “Traté de plasmar un poco de lo que recibí con los Salesianos”.