El misionero salesiano italiano Pietro Zago se ha despedido de Pakistán, país al que llegó en 1998 para sembrar el carisma de Don Bosco, para regresar a su país natal, del que salió a los 20 años para contribuir a la misión de los Salesianos en el mundo. A sus 82 años y después de 18 en el país asiático, ha acumulado una larga experiencia misionera, trabajando en beneficio de los jóvenes con anterioridad en Filipinas y en Papúa Nueva Guinea.
El padre Pietro ha contagiado el espíritu de Don Bosco a los jóvenes pakistaníes, ya que si bien no han conocido a Don Bosco en persona, sí lo han hecho cada día a través de este misionero italiano que ha sido, pionero en el país poniendo en marcha las misiones salesianas de Quetta y Lahore, junto al salesiano australiano Hans Dopheide.
En los 14 años que pasó en Quetta inauguró, entre otras obras, una escuela, un internado para niños y niñas y escuelas para los refugiados afganos que siguen redundando en la población más desfavorecida y vulnerable.
“Consideramos al padre Pietro Zago como el Don Bosco de Pakistán y los jóvenes paquistaníes nunca olvidaremos su compromiso con la misión salesiana”.
A finales de 2005, cuando un terremoto de gran intensidad sacudió Pakistán causando cerca de 80.000 muertes, el misionero salesiano se distinguió por coordinar la operación de ayuda a las personas desplazadas, y junto con los jóvenes realizó un campo de refugiados cerca del hospital de Abottabad. Su compromiso con las personas afectadas por el terremoto continuó en los meses siguientes, incluidas las campañas e iniciativas de solidaridad.
En 2013 fue destinado a Lahore, donde trabajó tres años y medio sin descanso. A pesar de haber fundado numerosas obras y estructuras, nunca ha olvidado que su misión era la evangelización de los jóvenes pakistaníes: “He encontrado en él a un padre, a un amigo y a un maestro”, asegura el padre Noble Lal, el primer sacerdote salesiano de Pakistán.
El misionero italiano siempre ha amado trabajar por las vocaciones sin excepción, las de las niñas y los niños. Soy una prueba de su amor vivo por las vocaciones y si hoy soy salesiano es porque él me apoyó mucho durante mi camino”, comenta el joven salesiano pakistaní.