(ANS – Navarra) – En la noche del día 9 de agosto falleció, a causa de un infarto, en su domicilio de Pamplona, a los 76 años de edad, Mons. Miguel Asurmendi, SDB, Obispo Emérito de Vitoria.
Mons. Asurmendi realizó sus primeros estudios universitarios en el año 1960 y comenzó sus estudios en el Seminario Salesiano de Barcelona. Ordenado sacerdote el 5 de marzo de 1967. El año de 1968, trabajó como profesor de piano en el Conservatorio de Valencia, y en el año 1969 se trasladó a Italia donde se licenció en Filosofía por la Universidad Pontificia Salesiana de la ciudad de Roma.
Durante los años 1972 y 1978 fue nombrado Director de Escuela Profesional Salesiana de Zaragoza y de 1975 a 1978 fue Delegado Regional de la Federación Española de Religiosos de Enseñanza. Fue nombrado Director de la Comunidad Salesiana de estudiantes de Filosofía de Valencia hasta el 1983, y Secretario de la Conferencia Española de Religiosos en Valencia entre 1980 y 1983.
Mons. Miguel Asurmendi salesiano, fue Inspector de Valencia hasta 1990 y luego fue nombrado Obispo de la Diócesis de Tarazona en 1990, por el papa San Juan Pablo II. Y en 1995, fue nombrado Obispo de la Diócesis de Vitoria, donde ejerció como Pastor de la Diócesis hasta marzo de este año 2016.
“El pasado 5 de marzo se despidió de su diócesis en una eucaristía multitudinaria en la Catedral Nueva. En ella se hizo un repaso a los hitos más importantes de la vida diocesana durante el periodo de Asurmendi al frente de la misma, como la reapertura de la Catedral Vieja, la incorporación de mujeres en puestos de responsabilidad en la Diócesis y la beatificación de D. Pedro de Asúa entre otros muchos. Mons. Asurmendi, fue un hombre bonachón y afable, será recordado por la comunidad cristiana de Vitoria como un obispo pacificador”.
El funeral tendrá lugar el jueves, 11 de agosto, en la Catedral Vieja de Vitoria-Gasteiz.
Que el Señor premie su vida entregada a la Iglesia y a la Congregación Salesiana. “He creído en el valor de la educación de los jóvenes, la porción más delicada y valiosa de la sociedad humana”, había escrito en el Boletín Salesiano y vivió creyendo en los jóvenes.