Fugas masivas de venezolanos ante la crisis
En una declaración conjunta, los signatarios expresaron su voluntad de «continuar recibiendo a todos los que enfrentan una situación difícil en su país de origen con los brazos abiertos» y pidieron «la creación de un mecanismo de asistencia humanitaria para aliviar la situación crítica con la provisión de recursos sustanciales para los ciudadanos interesados».
La insistencia de las 11 naciones dirigida al presidente, Nicolás Maduro en aceptar «la cooperación de los gobiernos de la región y las organizaciones internacionales para aliviar los inconvenientes derivados de la crisis migratoria».
Por consiguiente, en la declaración se invita a Caracas a tomar las medidas necesarias «para proporcionar la identidad y los documentos de viaje apropiados a quienes deseen trasladarse al extranjero».
Por su parte, el gobierno venezolano ha negado que exista una crisis migratoria, afirmando que los «países enemigos» han proporcionado datos falsos sobre el número de personas que se van para justificar una invasión.
El gobierno venezolano también ha pedido que las «buenas oficinas» de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) intercedan ante los países que «no están facilitando» la repatriación de venezolanos a través del fuselaje del programa «Regreso a casa» promovido por el presidente Maduro.
Por su parte, la vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció esta iniciativa al final de una reunión con representantes de la OIM en Caracas. La solicitud fue formulada mientras el fenómeno migratorio venezolano era examinado por la Organización de Estados Americanos (Osa) en Washington.
Mientras tanto, sobre el terreno, la situación sigue siendo difícil. Las autoridades brasileñas enviaron ayer a un segundo grupo de venezolanos del estado de Roraima a tres ciudades del país, como parte del programa nacional de distribución de las decenas de miles de migrantes concentrados en la frontera.
Esta es la segunda operación de reubicación de migrantes lanzada en menos de una semana por el gobierno del presidente Michel Temer, para aliviar la presión social en Roraima, donde la llegada de los venezolanos ya ha provocado episodios de violencia xenófoba.