1.- Sueño con el deporte como la práctica de la dignidad humana convertida en un vehículo de fraternidad.
2.- Que el deporte esté al servicio de la paz, de la justicia y de la solidaridad, promoviendo, en particular en los jóvenes, el compartir y la hermandad.
3.- Con el deporte es posible construir la cultura del encuentro entre todos, por un mundo de paz.
4.- ¡Sean campeones del deporte, pero sobre todo de la vida!
5.- El éxito de un equipo es el resultado de una serie de virtudes humanas: la armonía, la lealtad, la capacidad de amistad y de diálogo, la solidaridad.
6.- El deporte es importante, pero debe ser auténtico deporte. Promuevan esta actitud de «aficionados» que elimina definitivamente el peligro de la discriminación.
7.- Los lazos entre la Iglesia y el deporte son una bella realidad que se ha ido consolidando en el tiempo, porque la Comunidad eclesial ve en el deporte un válido instrumento para el crecimiento integral de la persona humana.