El miércoles 21 de abril el Papa Francisco envió una carta a Rebeca Grynspan Mayufis, Secretaria de la Secretaría General Iberoamericana, para saludar a los participantes de la XXVII Cumbre Iberoamericana que se desarrolla en Andorra en un contexto particularmente difícil a causa de los terribles efectos de la pandemia del Covid-19. El evento internacional debía celebrarse en 2020 pero tuvo que ser pospuesto debido a la crisis sanitaria.
En su escrito, el Santo Padre recuerda a «los millones de víctimas y de enfermos» asegurando sus oraciones por ellos y por sus familiares.
«La pandemia no ha hecho distinciones y ha golpeado a personas de toda cultura, credo, estrato social y económico» – escribe Francisco- indicando que «todos conocemos y hemos sentido la pérdida de alguna persona cercana que ha fallecido por el coronavirus, o que ha sufrido los efectos del contagio».
Siendo consciente de la dura crisis que ha sufrido la economía mundial, así como del fuerte impacto que la pandemia ha generado en niños y jóvenes (las futuras generaciones), el Pontífice sigue con preocupación las consecuencias que esta «trágica situación» podría causar de cara a un futuro.
Por otro lado, Francisco elogia «la ardua labor de los médicos, enfermeros, personal sanitario, capellanes y voluntarios, que, en esos difíciles momentos, además de tratar a los enfermos, con riesgo de sus vidas, han sido para ellos el familiar y el amigo que les faltaba».
Garantizar vacunas contra el Covid para todos
Reconociendo los esfuerzos en la búsqueda de una vacuna efectiva para el Covid-19 en tan breve tiempo, el Papa reitera que la inmunización extensiva debería ser considerada como un “bien común universal”, una noción -continúa explicando Francisco- que requiere acciones concretas que inspiren todo el proceso de investigación, producción y distribución de las vacunas.
Y en este ámbito, el Santo Padre afirma que son «particularmente bienvenidas las iniciativas que buscan crear nuevas formas de solidaridad a nivel internacional, con mecanismos dirigidos a garantizar una distribución equitativa de las vacunas, no basada en criterios puramente económicos, sino teniendo en cuenta las necesidades de todos, especialmente de los más vulnerables y necesitados».
De esta pandemia tenemos que salir «mejores»
Asimismo, el Papa señala que de esta pandemia tenemos que salir «mejores»:
«La crisis actual es una ocasión propicia para replantear la relación entre la persona y la economía que ayude a superar -escribe Francisco- «el cortocircuito de la muerte que vive en todo lugar y en todo tiempo”.
“Debemos unir esfuerzos para crear un nuevo horizonte de expectativas donde el beneficio económico no sea el objetivo principal, sino la tutela de la vida humana. En este sentido, es urgente considerar un modelo de recuperación capaz de generar soluciones nuevas más inclusivas y sostenibles, dirigidas al bien común universal, realizando la promesa de Dios para todos los hombres”
En su carta el Papa también lanza otra importante consideración a tener en cuenta:
“La necesidad de reformar la «arquitectura» internacional de la deuda, como parte integrante de nuestra respuesta común a la pandemia, pues la renegociación de la carga de deuda de los Países más necesitados es un gesto que ayudará a los pueblos a desarrollarse, a tener acceso a las vacunas, a la salud, a la educación y al empleo. Tal gesto debe ir acompañado por la puesta en práctica de sólidas políticas económicas y por una buena administración que llegue a los más pobres”
Más solidaridad entre los Países
En este contexto, el Pontífice destaca la urgencia de «tomar medidas que permitan el acceso a una financiación externa, a través de una nueva emisión de Derechos Especiales de Giro, llamando a una mayor solidaridad entre los Países, que consienta que los fondos sean destinados para impulsar y alentar el desarrollo económico y productivo, con el fin de que todos puedan salir de la actual situación con las mejores posibilidades de recuperación».
Antes de concluir, Francisco hace hincapié en que nada de esto será posible «sin una férrea voluntad política que tenga la valentía de decidir cambiar las cosas, principalmente las prioridades, para que no sean los pobres los que paguen el costo más alto de estos dramas que están golpeando a nuestra familia humana».
Finalmente, el Papa augura los mejores éxitos a la XXVII Cumbre Iberoamericana y asegura sus oraciones «para que el encuentro sea fructífero».
Fuente: Vatican News