El Sínodo es un Kairos, un tiempo de gracia: la Iglesia se pone en escucha, en actitud empática y camina junto a los pueblos originarios de la selva: periferias geográficas y existenciales que han recibido el don de contemplar diariamente el «Fiat», la primera palabra pronunciada por Dios. La creación es, de hecho, una Biblia verde que revela al Creador y en la celebración de los sacramentos el compromiso ecológico encuentra su fundamento más profundo.
Formación permanente y catecumenado para una Iglesia en salida
En vista de la disminución significativa del número de comunidades religiosas en la región, como es el caso, por ejemplo, en el Estado de Pará, en Brasil, donde se ha pasado de la pastoral de la presencia a la de la visita, se pide a las congregaciones religiosas que recuperen su entusiasmo misionero. Al mismo tiempo, es necesario ofrecer caminos de formación y catecumenado constantes, basados no sólo en libros de estudio, sino también en la experiencia en el campo en contacto directo con la cultura local. Asumir un rostro amazónico significa comprender los signos y símbolos propios de estos pueblos y vivir juntos en una perspectiva de diálogo e interculturalización, favoreciendo la profundización de una teología india, para que la liturgia responda cada vez más a la cultura local. Esto implica un dinamismo: es decir, salir de nuestras estructuras y perspectivas. En algunos casos, la Iglesia que sale de la Amazonia ya es una realidad. Son muchos los ejemplos de presencia pastoral destinada a animar a los pueblos indígenas, olvidados por el mundo, a tomar en sus manos las riendas de su destino. Nunca, sin embargo, ceder a la tentación de una evangelización basada exclusivamente en programas asistenciales. Al mismo tiempo, la Iglesia está llamada a afrontar los desafíos que plantea, por una parte, la proliferación de las sectas religiosas y, por otra, la cultura relativista de los países industrializados.
La comunicación favorezca la interconexión
La Amazonía es un mundo multiétnico, multicultural y multirreligioso donde muchas semillas del Verbo ya han echado raíces y están dando frutos. Se auspicia pues la creación un ecosistema de comunicación eclesial panamazónico que sea reflejo de la interconexión de toda la humanidad. La idea es tejer no tanto una red de cables, sino una red de personas humanas. En efecto, las grandes dificultades de la movilidad en la región exigen con urgencia una mayor eficacia y capilaridad de los medios de comunicación social. Al mismo tiempo, es necesario ayudar a las personas a saber leer críticamente la información difundida de forma superficial por algunos medios de comunicación, desenmascarando cualquier forma de manipulación, distorsión o espectacularización.
Tutela de la Casa Común y explotación irresponsable
También se avanza en la idea de crear comunidades cristianas eco-interculturales abiertas al diálogo interinstitucional e interreligioso que enseñen nuevos estilos de vida orientados al cuidado de la Casa Común. Las empresas petroleras y madereras – se ha denunciado – dañan el medio ambiente y socavan la existencia de los pueblos. De hecho, los pueblos indígenas no obtienen ningún beneficio de la extracción de recursos, forestales y minerales de sus tierras. Por lo tanto, es necesario exponer con firmeza la corrupción desenfrenada que alimenta las desigualdades y las injusticias y preguntarse qué dejaremos a las generaciones futuras. También hay que combatir la gran amenaza que supone el tráfico de drogas, junto con cualquier complicidad que lo alimente.
Acceso al alimento y respeto a los ecosistemas
También hubo espacio para el tema de la soberanía alimentaria: cada pueblo tiene derecho a elegir qué cultivar, qué comer y cómo garantizar el acceso a los alimentos respetando los ecosistemas. Una parte significativa de la biodiversidad agroalimentaria de la Amazonía es todavía desconocida y ha sido preservada hasta ahora por las poblaciones locales. No puede acabar siendo explotada por unos pocos y arrebatada a la multitud, como ocurrió en el frente médico, donde las plantas y los ingredientes activos han enriquecido a las multinacionales farmacéuticas, sin nada devolver nada a la gente.
Fuente: Vatican News