“El hogar puede no ser el lugar más seguro para pasar la pandemia si hay antecedentes de violencia”. Una advertencia que hace la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia episcopal argentina frente a las medidas necesarias para contener la pandemia de COVID-19 que obligan al confinamiento en casa. Teniendo en cuenta que más de la mitad de los feminicidios en el país son cometidos por parejas o exparejas y en el hogar de la víctima, la situación se hace más peligrosa en un encierro obligado con el agresor.
En un comunicado se subraya que “el aislamiento social puede implicar un riesgo para las mujeres y sus familias cuando esos vínculos son violentos” y al reducirse las posibilidades de recibir las denuncias o realizar las consultas con las víctimas o las familias, se hace más difícil controlar o evitar que situaciones de estrés, como la falta de trabajo y el mismo confinamiento, sean detonantes de situaciones de peligro.
Campos de acción para contener la violencia doméstica
En este contexto, el Equipo de Justicia, Género e Inclusión del episcopado argentino sugiere tres campos de acción para contener la violencia doméstica: mecanismos para solicitar ayuda, soluciones para tomar distancia de la situación y solidaridad de las redes sociales de protección. En primer lugar, se trata no sólo de convencer a las víctimas acerca de la necesidad de solicitar ayuda. En la nota se lee:
“Ante los primeros síntomas de violencia, cualquiera sea su modalidad, sobre su persona o sobre su entorno, conviene consultar a través de las líneas gratuitas habilitadas a tal efecto o acudir a las ONGs que ofrecen asistencia”
En casos más graves, el distanciamiento de la situación es los más sano, independientemente de las normas de aislamiento a causa de la pandemia. “Si la situación se agrava, conviene que la víctima y los niños que de ella dependan abandonen el foco de riesgo para preservar su integridad personal, proteger a la familia y a los suyos; mientras consigue asistencia para resolver la situación personal”.
Por último, un llamado a la ciudadanía, entendida como amigos, vecinos, compañeros de trabajo y otros familiares, a estar atentos a cualquier síntoma de violencia a su alrededor, ofrecer “con discreción” su ayuda o denunciar las circunstancias a las autoridades competentes, pues la víctima puede no estar consciente de su propia condición o en capacidad de hacerlo. Y concluye:
“Acompañamos con nuestra oración a las mujeres víctimas de este flagelo y apelamos a la conciencia social de nuestras comunidades para que ninguna mujer en el país, se sienta aislada y sola en situaciones de riesgo de violencia doméstica”.
Fuente: Vatican News