Montevideo. El padre Luis Montes, sacerdote misionero del Instituto del Verbo Encarnado, llegó a Oriente Medio en 1996. Desde hace cuatro años vive en Bagdad, la capital de Irak, blindada en estos momentos por tanquetas y puestos de control que mantienen a raya a los yihadistas del Estado Islámico. En esta entrevista nos cuenta las dificultades que afronta la comunidad cristiana en Irak y el testimonio que ofrece su resistencia heroica.
— ¿Han ido refugiados de Mosul a Bagdad?
— Acaban de llegar. En la primera oleada fueron a los lugares más cercanos, sobre todo al Kurdistán, caminando. Como los pueblos ahí están atestados y sobrepasados de gente –han duplicado su población– los que pueden o tienen familia comenzaron a venir a Bagdad. Ya han llegado 130 familias y no sabemos cuántas más van a venir. [Las autoridades] están pidiendo escuelas y lugares públicos para alojar refugiados; calculamos que serán muchísimos porque no saben qué hacer con ellos en el norte.
— ¿En qué situación están los del norte?
— Los que están en conventos, escuelas o iglesias están pasablemente bien. Pasablemente, porque abandonaron todo y se fueron con sus hijos y nada más. No tienen dinero, trabajo ni nada. Al menos están bajo techo, reciben alimentos y algo de atención médica. Los que están peor son los que no encontraron lugar –porque no lo hay– y viven en la calle. Para ellos es mucho más grave.
— El Estado Islámico amenaza con matar a los que no se convierten al islam y paguen una multa o abandonen la ciudad. ¿Lo hacen realmente?
— Sí, hubo cantidad de casos. Y no solo asesinados; asesinados de forma brutalísima y llevados como propaganda. Hablo de decapitaciones de adultos y de niños, de secuestros masivos de mujeres, violaciones y ventas. Las venden para ser esposas de otros o las entregan a los soldados como premio. Niños de 10 años decapitados y puestas sus cabezas en picas. Lo que se ve acá supera lo que se ha visto hasta ahora. Es el terrorismo llevando el terror y el sufrimiento hasta el límite, hasta disfrutar y hacer propaganda con eso. Es algo que no se puede creer.
Los errores de Occidente
— ¿Nunca se imaginó este panorama?
— Occidente apoyó a los rebeldes en Siria y sabíamos que eso era una muy mala opción. Porque el islamismo fanático tiene un discurso cuando no tiene fuerza y otro distinto cuando la tiene. Apoyar a los rebeldes en Siria para derrocar al presidente fue un error, un mal mayor que el que había. Cuando pones un remedio que es peor que la enfermedad, estás haciendo un daño, y esto es lo que se hizo acá. Esta gente entró desde Siria con armas dadas por Occidente o al menos por sus aliados. Acá tomaron más armas por la fuerza, tomaron dinero, pero el monstruo fue alimentado desde antes.
— Y el ejército de Irak tampoco hizo mucho…
— No, porque no existe. Cuando EE.UU. derroca al anterior régimen, disuelve por desconfianza al ejército iraquí que estaba preparado militarmente. Los que llegan después son nuevos reclutas, ¿pero cómo crear un ejército de cero? Muchos querían comida y un sueldo. En Mosul abandonaron las armas; había 40.000 soldados y dejaron la ciudad en manos de extremistas sin lanzar un disparo.
Vecinos que ayudan y otros que acosan
— Ante las amenazas de los yihadistas a los cristianos de Mosul, ¿cómo reaccionaron sus vecinos musulmanes?
— Algunos encontraron un cierto apoyo en musulmanes que los defendieron; les acompañaron hasta afuera de la ciudad para que estuvieran a salvo; les acogieron sus joyas para cuidárselas hasta que regresen; y protegieron iglesias de profanaciones. Hubo muchos casos hermosos de solidaridad.
Pero también mucha gente está contando de primera mano que sus vecinos fueron los primeros en amenazarlos y decirles que se fueran, y los primeros en entrar en sus casas cuando se fueron para llevarse todo lo de valor.
Para muchos ha sido una gran desilusión. Por ejemplo, a una amiga nuestra sus vecinos musulmanes, con los que convivió toda la vida, le dijeron que estaban esperando que entrara el Estado Islámico para que los echaran. Eso es lo que se está viendo: el vecino con el que compartió una taza de azúcar, aquel al que saludaba todos los días, se transformó en un enemigo.
— Convertirse, pagar o huir. ¿Muchos se convierten?
— Los cristianos que han optado por convertirse son muy, muy pocos. La gran mayoría se ha ido en masa. Hubo pocas deserciones. Ciertamente, la fe se está robusteciendo y la gente se ha mantenido fiel a pesar de las dificultades.
Tan perseguidos y tan olvidados
— Hoy Irak es tierra de mártires.
— Sí, Irak está dando un número impresionante de mártires a la Iglesia. Pero eso viene de antes, aunque recién ahora Irak es noticia.
Cuando este país quedó destruido, ya había matanzas de cristianos. Lo que pasa es que menos que ahora. Estamos acostumbrados a que si había un atentado en Bagdad y no había más de 20 muertos, no salía en ningún lado. Y tal vez habían muerto 5 o 6 personas, o había entrado alguien a la casa de un cristiano y había matado a toda la familia… Eso era habitual acá y nadie lo sabía. No era una persecución religiosa sistemática, pero sí había quienes la ejercían aprovechando el caos. [cfr. Aceprensa, 5-03-2010 y 27-12-2006].
Es una de las cosas más duras de vivir acá: ver el sufrimiento de esta gente y la pasividad del mundo y el desconocimiento que hay. Cuando uno conoce gente que ha muerto (amigos, fieles de la parroquia…), y sabe que nadie se va a enterar porque no es un número suficiente de víctimas, se le parte el alma.
— ¿Aún así piensa quedarse?
— La idea es quedarnos con los cristianos mientras ellos estén aquí. Ahora tengo que ir a Argentina un mes, y vuelvo. Nadie cree que en Bagdad vaya a pasar como en Mosul, pero si sucede y todos los cristianos son expulsados, nos iríamos con esos cristianos, para acompañarlos adonde vayan. Nos han ofrecido ir a otro lado, pero no queremos abandonar a nuestro pueblo.
Cristianos de alta fidelidad
— ¿Cómo ha afectado todo esto a su comunidad? ¿Van a Misa con la misma frecuencia, por ejemplo?
— Ha disminuido un poco el número de gente que viene a Misa los domingos. La Misa dominical es un precepto pero en tiempos de peligro no es obligatoria. No tiene nada de malo que haya habido una disminución en ese sentido; la gente tiene ser prudente.
Somos la única parroquia de rito latino en la ciudad y algunos viajan una hora en auto para venir a Misa. A ellos a veces les cuesta más: hay más bloqueos de las milicias que protegen la ciudad, a veces hay un atentado y cierran un montón de calles. Pero la gente se mantiene increíblemente fiel a su fe y con una confianza en Dios que es realmente envidiable.
— ¿A qué se expone un musulmán que se hace cristiano?
— En muchos casos, a que te mate un familiar. Hablo de gente en teoría considerada moderada. Conozco casos de cristianos que se han convertido y tienen que dejar el país. No solo acá, también en países más abiertos como por ejemplo Egipto, Jordania, Tierra Santa… Imagínese lo que es ahora Irak.
Fuente: Aceprensa.com