Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
“Ante esta enorme tragedia, esta atrocidad, la indiferencia no es admisible y la memoria es un deber”. Es esta la afirmación que hizo ayer el Papa Francisco al final de la oración mariana del Ángelus en la víspera del 75 aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau, el campo de concentración y exterminio de la Alemania nazi, símbolo del Holocausto de los judíos. Momento en el que el Papa también invitó a todos los fieles presentes, pero también a los que seguían la transmisión desde casa, a “hacer un momento de oración y de recogimiento, diciendo cada uno en su propio corazón: ¡nunca más, nunca más!”.
El Papel de la Iglesia Católica durante la Segunda Guerra Mundial
En efecto, durante la Segunda Guerra Mundial, el Papa Pio XII luchó contra Hitler y ayudó a un número sustancial de perseguidos gracias al sistema de ayuda humanitaria que la Iglesia Católica puso en marcha. En 1939, escasos meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el Papa Pío XII intentó, mediante un plan para preservar la paz, conseguir mediar entre unas potencias europeas que estaban ya al borde de la Guerra. Sus esfuerzos no dieron resultado y es por ello que el 24 de agosto del 39, a tan sólo una semana del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Pío XII emitió aquel memorable mensaje radiofónico que todos recordamos y en el que advirtió de que aunque «el peligro era inminente», “aún quedaba tiempo” y concluyó asegurando:
“No hay nada que perder con la paz y en cambio sí todo con la guerra.”
Fuente: Vatican News