RV.- En una soleada Plaza de San Pedro y ante miles de fieles y peregrinos el Papa Francisco, antes de rezar el ángelus en la fiesta de Todos los Santos, afirmó que “la meta de nuestra existencia no es la muerte, sino el Paraíso. Y recordó que los Santos son los amigos de Dios, que han transcurrido su existencia terrena en comunión profunda con Dios, hasta el punto de llegar a ser semejantes a Él, porque han visto en el rostro de los hermanos más pequeños y despreciados el rostro de Dios, y ahora lo contemplan cara a cara en su belleza gloriosa.
El Santo Padre también afirmó que los Santos “no son superhombres, ni han nacido perfectos”. Sino que son personas que antes de alcanzar la gloria del cielo han vivido una vida normal, con alegrías y dolores, fatigas y esperanzas. Son hombres y mujeres que tienen la alegría en el corazón y la transmiten a los demás.
Francisco no olvidó destacar que ser santos “no es un privilegio de pocos, sino que es una vocación para todos”. De modo que todos estamos llamados a caminar por la vía de la santidad, que tiene un nombre y un rostro: Jesucristo.
Además, el Obispo de Roma preguntó ¿qué nos dicen los Santos, hoy? Y respondió afirmando que nos dicen que debemos confiar en el Señor, ¡porque Él no decepciona! A la vez que con su testimonio nos animan a “no tener miedo de ir contracorriente o de ser incomprendidos y escarnecidos cuando hablamos de Él y del Evangelio”.
Antes de rezar a la intercesión de María, Reina de todos los Santos, el Pontífice dijo que nuestra oración de alabanza a Dios y de veneración de los espíritus bienaventurados se une a la oración de sufragio por cuantos nos han precedido en el pasaje de este mundo a la vida eterna.