Sin duda alguna la fiesta de mamá, este año, será muy especial para mí. Desde hace cuatro años no he podido celebrar la solemnidad de María Auxiliadora en mi propia tierra, con mis hermanos sdb, con mis amigos y mi amada familia, ya que por motivos de estudios y de la propia formación salesiana, han hecho que me encuentre en el extranjero.
Siento un poco de tristeza por todo lo que está pasando en el mundo y sobre todo en Perú. Es lamentable la falta de responsabilidad de algunos en no acatar las disposiciones que el gobierno central propone para evitar el contagio. De una u otra manera, estas normas restringen que se realicen, con normalidad, las fiestas salesianas marianas en todo el territorio nacional.
Esta es la realidad de los hechos, esta es mi realidad y la de toda mi comunidad salesiana del Rímac, esto es lo que Dios me está permitiendo vivir en mi año formativo de tirocinio. Tomando las palabras de mi maestro de novicios, les digo: hay que esforzarse para ver todo lo que sucede en nuestras vidas, siempre, con una mirada de fe, pese a todo. Yo creo, y estoy completamente seguro, que el Señor nos ha preparado el corazón para recibir de Él los más hermosos regalos de su Resurrección.
Él mismo se nos ha dado, lo entregó todo en la Cruz, esa Cruz bendita que soportó todos nuestros pecados, y que es, ahora, el signo más sublime del amor extremo. También nos ha regalado a su madre, la flor más bella de la creación que, con su ejemplo de vida y su silencio, nos abre las ventanas del cielo para poder contemplar el amor eterno del Padre, el amor extremo del Hijo y el amor ardiente del Espíritu Santo.
Ahora ella misma nos invita a quedarnos en casa, a redescubrir el valor del tesoro que tenemos en nuestras familias, a experimentar con el abrazo fraterno la cercanía de Dios. Vivamos esta fiesta de María Auxiliadora con mucha alegría y optimismo, pues este año no recorreremos las calles con ella hacia el encuentro con Jesús, sino que ella recorrerá nuestras propias vidas para prepararnos hacia la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés, pues solo así saldremos con Ella para adentro.
Como ven son muchas las oportunidades que Dios nos regala para poder acercarnos más, como familia y como miembros de una misma Iglesia. Este 24 de abril, en todo el Perú salesiano, empezamos el mes dedicado a María, la que siempre lo ha hecho todo. Aquella quien nuestro padre Don Bosco confió y nosotros, herederos del carisma salesiano, “nos confiamos a Ella, humilde sierva en la que el Señor hizo obras grandes, para ser, entre los jóvenes, testigos del amor inagotable de su Hijo” (Art. 8 – CC.SS) Por eso, con el corazón hinchado de amor gritemos juntos: ¡Viva María Auxiliadora!
Miguel Seminario Mezarina, sdb