Sudán del Sur es hoy un país donde la violencia y el hambre campan a sus anchas. «El país sufre un estancamiento que está haciendo que su población sufra cada día un poco más», explica Juan Ramos, cooperante hasta hace unos meses en la misión de Gumbo. Las fuerzas gubernamentales de Salva Kiir y los rebeldes de Riek Machar siguen enrocadas en la violencia. «Es una lucha por el poder que se ha teñido de enfrentamiento étnico, dinkas contra nuers», añade Ramos. Y el sector más perjudicado, como siempre, es la población civil sumida en el hambre y la falta de recursos.
Los misioneros salesianos en Sudán del Sur tratan de ayudar a los más vulnerables, sobre todo, niños, niñas y jóvenes. En Gumbo, «se siguen manteniendo las clases de las escuelas de primaria, secundaria y de formación profesional. Entre las tres, hay más de 1.200 niños, niñas y jóvenes que están recibiendo formación», cuenta Ramos. Además, los Salesianos han abierto una escuela para los menores desplazados y más de 500 niños, niñas y jóvenes acuden cada día a la escuela.
Poder ir a clase es muy importante en estos tiempos de conflicto. Por un lado, los niños encuentran un lugar seguro y, sobre todo, mantienen una rutina que normaliza su vida, a pesar de las dificultades.
Además, los misioneros salesianos cuentan con un centro de promoción de la mujer donde reciben formación en diversos ámbitos: cuidado del hogar y la familia, alfabetización, técnicas agrícolas, artesanía…