Fue a finales del mes de marzo cuando visitando de nuevo Perú -en Latinoamérica-, quise acercarme a la parte más al noroeste del país y hacerme presente en una ciudad y una presencia salesiana que es muy significativa. Yo diría que por varios motivos:
– Porque es llamada por los propios pobladores “la ciudad del eterno calor”, y ciertamente hace mucho calor, y la humedad hace que se sienta más todavía.
– Pero al mismo tiempo es una ciudad muy salesiana. Más de un siglo de presencia ha hecho que haya calado en el espíritu de aquel pueblo todo un estilo de relación y de vínculos educativos y relacionales muy familiares, muy sencillos, -en definitiva- muy salesianos.
– Y sobre todo es una ciudad muy mariana, y en la órbita de las dos presencias salesiana es muy devota de María Auxiliadora.
– Por último, deseo resaltar el magnífico servicio educativo que se ha hecho desde el inicio de la presencia con la escuela Don Bosco, y muy especialmente, en las últimas décadas, con la presencia salesiana Bosconia, una humilde y bella presencia en uno de los barrios que fue más conflictivos, más periféricos, más pobres, y donde junto al esfuerzo de muchas personas (tanto en la sociedad civil como en la Iglesia), y muy especialmente gracias al carisma de Don Bosco, ese parte de la ciudad se sigue transformando dando oportunidad de formación profesional a cientos de chicos y chicas que donde no tendrían ninguna posibilidad, hoy dejan esa casa salesiana con una profesión aprendida, ejercitada y capacitados para el mundo laboral. Incluso en Bosconia existe un magnífcio centro médico salesiano llevado adelante por un miembro de nuestra familia, las damas salesianas.
Bien. Creo que he descrito de modo rápido que es lo que me encontré en la “ciudad del eterno calor”. Todo ello es digno de mención, pero muy especialmente me llegó al corazón la profundísima devoción a María Auxiliadora. Casi de modo improvisado, -porque sólo un par de semanas antes comuniqué que me gustaría ir a conocerles-, me encontré a las 6 de la tarde de un día de semana cualquiera a toda una multitud de más de tres mil personas que se habían convocado entre sí para celebrar la Eucaristía en honor a nuestra Madre Auxiliadora. Pude ver cientos de muchachos y jóvenes con sus padres y madres, decenas y decenas de niños, niñas y adolescentes de los diversos oratorios salesianos del lugar, los docentes, los educadores etc… El ‘eterno calor de la ciudad’ me parecía poca cosa comparado con la la fe, la devoción, la interioridad y plegaria, el canto y todo lo que me imaginaba que llenaba los corazones de aquellas personas, al igual que llenaba el mío.
Una vez más pude comprobar por mí mismo en el viajar por el mundo salesiano que María Auxiliadora -como prometió Don Bosco-, es faro que ilumina, puerto seguro, amor maternal de su hijo y de todos nosotros sus hijos e hijas. Ella es en definitiva la MADRE en quien abandonarnos y que siempre nos llevará a su Hijo Amado. Lo pude ver también en Piura.
Y al mismo tiempo añado otro pequeño comentario con una necesaria autocrítica a todos los que somos hijos e hijas de Don Bosco. Se trata de esto: el espíritu de Dios llega a donde quiere y toca cómo sólo el sabe los corazones de sus fieles. Así sucede con la devoción a la Madre del Hijo de Dios, pero siempre ha querido contar con nosotros, y mi apunte crítico es el de que no en todas las partes del mundo, no en todas las presencias del mundo se ha dado a conocer del mismo modo, con la misma intensidad, con la misma pasión apostólica a la Madre del cielo, a nuestra Madre Auxiliadora. Hay lugares en los que hemos desarrollado escuelas, hemos realizado gestiones, hemos seguramente servido al bien de aquellas personas, pero no hemos sabido darla a conocer y hacerla amar. Esto sería incomprensible para don Bosco. Les diré que es igualmente incomprensible e inaceptable para mí. Porque además, si en la familia de Don Bosco existiesen personas que no hacen referencia a la Auxiliadora, serán otra cosa pero no serán hijos e hijas de don Bosco. Ella, la Madre, y la devoción a la Auxiliadora como Madre del Señor y madre nuestra no es opcional en el carisma salesiano, -como no era opcional para don Bosco-. Es, sencillamente, esencial.
Deseo de todo corazón que Ella, la Madre del Hijo Amado, Ella la Auxiliadora siga siendo tan especial en todos los lugares del mundo como lo es, también, en ‘ la ciudad del eterno calor’ (Piura-Perú).
Feliz fiesta de María Auxiliadora para todos en todo el mundo.