Creo que de esto se trata mis queridos lectores. De sentir que nuestra vida es plena. Me parece que es una aspiración muy humana. Y en este sentido he de decirles que voy conociendo en la vida a muchas personas que viven y han vivido una vida plena. Y yo me propongo a mí mismo seguir esta estrada.
Comienzo por contarles dos hechos de vida que me parece que, por lo significativo de la edad de las personas, merece atención.
En uno de mis viajes del mes mayo, después de la preciosa fiesta de María Auxiliadora en Valdocco-Turín, inicié mi visita a las presencias salesianas de Croacia. Aprovecho para decirles que me quedé fuertemente impactado de la solidez de aquellas comunidades cristianas, impactado de aquellos jóvenes, cientos de jóvenes que he conocido, que son jóvenes de hoy, tan modernos, tan actuales, tan del mundo digital como todos los jóvenes del mundo que tienen acceso a ello, pero con una solidez en su vivir la fe cristiana que me llegó muy hondamente al corazón.
Pues bien, a una de las presencias salesianas llegamos a las 10 de la noche. Al entrar en el patio de la casa salesiana sonaba la música de danzas típicas y un grupo de unos 150 niños, adolescentes, jóvenes y algunos papás estaban presentes, esperándonos…, y también la comunidad salesiana, y entre ellos, mi asombro fue mayúsculo y lleno de emoción al ver a uno de mis hermanos salesianos (omitiré su nombre para no hacerle sentir vergüerza al saberse nombrado), que con sus 92 años, con su sotana vieja que más bien parecía de los tiempos de Don Bosco, y con una sonrisa y un rostro lleno de paz estaba danzando y bailando con los jóvenes y esperándonos para darnos la bienvenida. Al día siguiente pude ver, en distintos momentos de las diversas celebraciones, que nuestro hermano nonagenario era aclamado por los jóvenes, lo aplaudían, lo llamaban, y él sonreía y consentía en tantas cosas que los jóvenes le decía y hacían…
Y me dije: He aquí a un salesiano que ha tenido y tiene una vida plena. No he dicho una vida fácil, (incluso le tocó vivir el hambre y la dureza de la segunda guerra mundial, y así me lo contaba), pero sí una vida llena de sentido y llena de felicidad en lo esencial.
Pero resulta que pocos días antes, en la fiesta en Valdocco a la que ya me he referido, otro salesiano de 94 años estaba conmigo y con nosotros. Vivir la fiesta de María Auxiliadora en Valdocco es para él siempre un regalo y aunque siempre bromea con que el próximo año ya estará en el paraíso, pero también este año conseguimos celebrar juntos ese día maravilloso. Pues bien, mi asombro estuvo en que a sus 94 años se ofreció varias veces para acompañar a algunas personas, salesianos y laicos de Argentina a conocer algunos de los lugares más significativos de Turín como el Santuario de la Consolata. A su regreso estaban cansados, especialmente él, pero durante días ha compartido con aquellas personas esa alegría del estar en la casa de Don Bosco y conocer todo lo que ella significa.
Y no dejaba de preguntarme, ¿qué es lo de que da esa fuerza, esa motivación…? Quizá también ustedes estén dándose ya la respuesta.
Añado un último testimonio que pienso que impacta al mundo entero. El Papa Francisco, que en diciembre llegará a su 82 cumpleaños si está en la voluntad de Dios. Y que toca las conciencias del mundo porque su opción es vivir una vida sencilla, y una vida plena desde el Evangelio. Moralmente se le reconoce como el hombre más influyente de este nuestro mundo en este momento. Sus mensajes van cargados de sencillez y de búsqueda de autenticidad, invitando a quienes lo deseen a dejar tocar por esta fuerza de Jesús.
Aquí radica la plenitud de estas vidas y de muchas más.
Se trata de vidas que se quieren vivir desde el servicio, la donación, el Amor.
Y qué decir de millones y millones de mamás, de papás, de abuelos y abuelas que se sienten muy plenos en este vivir para donarse. Y es que cuando es el Amor quien llena una vida, los esfuerzos, los sacrificios, los cansancios, los bailes entre jóvenes en la noche en vez de irse a descansar, o los paseos fatigosos por una ciudad en vez de descansar, no suponen nada, no cuentan.
Me impresionó mucho una historieta que en su día leí y que tiene mucho que ver con el amor o el fastidio por los sacrificios. Se cuenta que en un poblado africano un turista ‘muy occidental él’ llegó con sus vestimentas para hacer safari y sus grandes cámaras de foto, y en su mirar vio a una niña de unos 10 años que llevaba a la espalda a su hermano de dos años. Era grandecito y gordito en proporción al cuerpo menudito de la hermana que lo llevaba a la espalda. Entonces el turista le dice a la niña: ¿Pequeña, no te molesta llevar tanta carga a la espalda…? A lo que la niña, con un gran sentido común y un corazón lleno de amor respondió: “NO es una carga señor, es mi hermano”.
Esta es la clave para las vidas plenas, cualesquiera que éstas sean: Vidas que se viven desde el Amor y con Amor. Deseemos que sea así la nuestra.
Les saludo muy cordialmente.