Día 8
LA ESPERANZA NUNCA MUERE
El Dios que nos consuela
La escena se dibuja densa y patética. Sobre la cruz pende el hijo de sus entrañas, el hijo de su esperanza. Han crucificado la esperanza del mundo. María silente, de pie junto al Hijo. La semilla que muere para que la vida nazca. María es madre de la esperanza al pie de la cruz. Donde parece que todo termina es donde realmente empieza. En la cruz se paga el precio de nuestra salvación y el precio es alto: la vida misma de Jesús.
Jesús entrega lo más suyo el amor y lo más preciado, su vida. María también entrega lo más preciado el Hijo de sus entrañas y lo más suyo, su esperanza. Los tiempos difíciles y los tiempos de crisis han crucificado la esperanza de muchos. La cruz de los que yacen en sus camas luchando por vivir, la cruz de los que luchan en primera línea entregando su vida para que otros vivan, la cruz de los que buscan un espacio de atención, la cruz de la incertidumbre… también al pie de tantos sufrimientos, silente nos acompaña la madre de la esperanza.
La esperanza no sólo es lo último que se pierde. La esperanza no muere porque es Dios mismo salvándonos. La esperanza es la vida misma defendiéndose. La esperanza es la que nos sostiene y nos mantiene en pie como la Madre.
Escribe: Padre Pablo Medina SDB