El llamado del Papa Francisco
“Queridos hermanos y hermanas, mientras estamos aquí reunidos para rezar y reflexionar sobre la paz y el destino de los pueblos del Mediterráneo, al otro lado de este mar, en particular en el noroeste de Siria, se está produciendo una terrible tragedia. Desde nuestros corazones de pastores se hace un fuerte llamamiento a los actores implicados y a la comunidad internacional para que silencien el ruido de las armas y escuchen los gritos de los pequeños e indefensos; para que dejen de lado los cálculos e intereses para salvaguardar las vidas de los civiles y de los muchos niños inocentes que están pagando el precio”.
Redescubrirse como hermanos y hermanas
Francisco prosiguió: “Pidamos al Señor que mueva los corazones y que todos superen la lógica del enfrentamiento, del odio y de la venganza para redescubrirse como hermanos y hermanas, hijos de un solo Padre, que hace salir el sol sobre los buenos y los malos (cf. Mt 5,45). Invoquemos al Espíritu Santo para que cada uno de nosotros, a partir de nuestros gestos cotidianos de amor, ayude a construir nuevas relaciones, inspiradas en la comprensión, la aceptación y la paciencia, creando así las condiciones para experimentar la alegría del Evangelio y difundirlo en todos los ámbitos de la vida. Que la Virgen María, la «Estrella del Mar» [Santa Madre de Dios] a quien vemos como el más alto ejemplo de fidelidad a Jesús y a su palabra, nos ayude a caminar por este camino”.
El Papa agradece el encuentro de Bari
El Papa Francisco agradeció a todos los obispos y participantes en el encuentro Mediterráneo, Frontera de Paz por el éxito logrado. Subrayó el aporte de todos “al crecimiento de la cultura del encuentro y del diálogo en esta región tan importante para la paz en el mundo”.
El drama humano en Siria
En los últimos tres meses, casi un millón de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en la provincia de Idlib, debido a los enfrentamientos entre fuerzas leales al gobierno sirio que luchan contra grupos rebeldes apoyados por gobiernos extranjeros. Es un pueblo agotado por la guerra, por las bombas que han destruido hogares, escuelas y hospitales. Es un río humano, con al menos 500.000 niños que tratan de sobrevivir en campamentos superpoblados, en las garras de las heladas y la malnutrición, frente a un único horizonte que se rompe con una frontera cerrada, la de Siria y Turquía. Esta región del mundo, consumida por una catástrofe humanitaria que aún hoy sigue cobrándose víctimas, se encuentra al otro lado del Mediterráneo, en el noroeste de Siria. El corazón del Papa Francisco está dirigido hacia esta tierra atormentada.