(ANS – Roma) – El lema salesiano “Da mihi animas, coetera tolle” exprime y resume la inmensa ansia apostólica que sentía Don Bosco y su capacidad de implicar a mucha gente en esta aventura. Es el grito apasionado de quien percibe con toda claridad el sentido de la propia consagración apostólica, de quien se siente llamado a una misión de amor, de quien ha llegado a unir de manera admirable el amor de Dios y el amor por el prójimo.
por don Pierluigi Cameroni,
El es el “proveedor del amor de Dios por los jóvenes”. Manifiesta un gran amor por los jóvenes, que se origina en el corazón de Cristo, que no excluye a nadie, que quiere el verdadero bien y la auténtica felicidad, y que indica los pasos concretos que hay que recorrer para llegar a ello. Es el amor de un padre que engendra y educa para la vida, como el apóstol Pablo con los primeros creyentes de Corinto: “No os escribo estas cosas para avergonzaros; os escribo para amonestaros, como hijos míos queridísimos. En realidad, podríais también tener diez mil pedagogos en Cristo, pero, ciertamente, no muchos padres, ya que soy yo quien os ha engendrado en Cristo Jesús, mediante el Evangelio. Os exhorto, pues, ¡sed imitadores míos!” (1Cor. 4,14-16).
Don Bosco ha sido llamado por Dios, a través de la mediación materna de María, a hacer experimentar a los jóvenes que la vida tiene sentido: Dios Amor. Sin Él no existe futuro alguno, ni alegría, pero sobre todo no hay salvación eterna. A través de los caminos de la gracia y de la fuerza de la oración, él conduce a los jóvenes al descubrimiento de Dios, un Dios próximo que se da a nosotros, para que ellos, en su vida, lo coloquen en primer término, por encima de todo. Haciéndoles conocer el amor de Dios, que es Padre, les lleva a darle sus corazones a Él para que los llene de su amor y los haga resucitar en el amor.
El Espíritu Santo les ha hecho comprender y experimentar que precisamente los jóvenes pueden convertirse en un camino para llegar hasta Dios, un pasaje hacia Él, a fin de alcanzar la unión con Él. “Queridísimos míos, os quiero con todo mi corazón, y basta que seáis jóvenes para que yo os ame mucho, y os aseguro sin lugar a dudas que encontraréis libros que os propongan personas más doctas y virtuosas que yo, pero difícilmente encontraréis a alguien que os ame en Cristo más que yo y que desee más vuestra verdadera felicidad”. (Don Bosco, El Joven Cristiano).
