Cecilia Zeballos, joven animadora del Oratorio Salesiano de Arequipa, inició su camino oratoriano en el 2014, a causa de una insistente invitación de su catequista de confirmación. Quién iba a pensar que, a partir de ese momento, empezaba una experiencia inolvidable. “Ante tanta insistencia, acepté. No tenía ningún interés en quedarme por mucho tiempo. Ya estaba comprometida con la Parroquia de mi barrio”, menciona.
Pero bastaron dos o tres sábados para darse cuenta que se iba a enamorando de la metodología que se vivía en el oratorio. “Mucho antes que ingrese al oratorio salesiano, en mi parroquia vivía una experiencia parecida, pero no precisamente con ese nombre”
Desde que ingresó se sintió escuchada y acompañada, dos aspectos importantes para que se termine enamorando de los salesianos y del oratorio, en particular. Con el pasar del tiempo, se involucró tanto con las actividades que desarrollaba que su compromiso aumentaba semana a semana, por eso decidió formarse en pedagogía. “Había tantos jóvenes con carencias espirituales, sociales, familiares, que yo no sabía cómo tratar”
Por eso decide, sin ser su carrera profesional, llevar algunos cursos de pedagogía para poder ponerse en los pies de tantos niños, adolescentes y jóvenes que llegaban el oratorio para ser escuchados, guiados y queridos. “Recorría cada parroquia de mi zona, para sacar lo mejor de cada una y llevarlo al oratorio, para nutrir a mis catequistas y, sobre todo, a mis niños”.
Y así iban pasando los días, meses y años. Sin darse cuenta, Cecilia había encontrado en el oratorio su nuevo estilo de vida: el de acompañar, guiar y educar a los jóvenes. Sin embargo, la vida te interpela, vas experimentando momentos límites donde quieres dejar todo y empezar de nuevo.
Pero, fue en este momento cuando Cecilia escuchó una frase de su buen amigo César Marquez que la hizo suya hasta el día de hoy “el oratorio es un plan de vida”. Y ese es el plan de esta joven entusiasta, llena de vida y amor para dar. Ni la pandemia la detuvo en su afán de seguir ayudando a quien más necesitaban “Nuestro mayor desafío como animadores es seguir escuchando y estando en medio de los jóvenes. Hay que salesianizar el mundo”, dice con alegría.