Alberto Marvelli nació en Ferrara el 21 de marzo de 1918, siendo el segundo de once hermanos. Cuando se trasladó a Rimini con su familia, empezó a asistir allí al Oratorio Salesiano. Siempre fue disponible; llegó a ser catequista y animador: la mano derecha de los Salesianos. Le gustaba y praticó todo tipo de deportes. Tomó como modelos a San Domingo Savio y a Pier Giorgio Frassati. A los 17 años escribió su proyecto de vida y lo renovó a lo largo de su vida.
Acción Católica
Ingresó al grupo Oratoriano de la Acción Católica convirtiéndose pronto en su presidente parroquial. Brindó sus servicios a la Iglesia en Rimini como vicepresidente diocesano de Acción Católica. Como estudiante de ingeniería en Bologna, tomó parte activa en la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI), permaneciendo fiel con sacrificio a la Eucaristía diaria.
Trabajo con la Fiat, Turín
En junio de 1942 se graduó y empezó a trabajar en la Fábrica italiana de automóviles (FIAT) en Turín. Hizo su servicio militar en Trieste; y logró llevar a muchos de sus compañeros a la Eucaristía. Durante la Segunda Guerra Mundial fue un apóstol de los desamparados y una verdadera providencia para los pobres.
Concejal municipal en Rimini
Después de la entrada de los Aliados a Rimini, fue nombrado asesor municipal del departamento de vivienda y reconstrucción e ingeniero a cargo de Ingeniería Civil: “Los pobres pasan de imediato”, decía; “los otros pueden esperar”.
Candidato de los democristianos
Aceptó ser candidato para las elecciones en la lista de la Democracia Cristiana. Fue reconocido por todos como un cristiano comprometido, pero no partidista; tanto que un adversario comunista dirá: “No me importa si mi Partido pierde con tal que el Ingeniero Marvelli sea elegido alcalde”.
Alimentado por la Eucaristía
El Obispo lo designó presidente de los graduados católicos. Su devoción mariana y eucarística fueron realmente las columnas que sostenían su vida. En su diario escribió: “Qué mundo nuevo se me abre contemplando a Jesús en el Santísimo Sacramento. Cada vez que recibo la Santa Comunión, cada vez que Jesús en su divinidad y humanidad entra en mi, en contacto con mi alma, es un encenderse de santos propósitos, una llama que quema y que consume, pero que me hace tan feliz!”.
Buen cristiano y honesto ciudadano
Murió al ser atropellado por un camión militar el 5 de octubre de 1946. Fue, como quería Don Bosco, un buen cristiano y un ciudadano honesto, comprometido con la Iglesia y la sociedad con un corazón salesiano. Cuando joven, su lema era: Vivir avanzando hacia arriba o morir.
Fue beatificado el 5 de setiembre de 2004 en Loreto, Italia, por el Papa Juan Pablo II.
Realmente esta historia es digna de imitar, es un joven que siempre tuvo a Dios en su corazón…..
Extraordinaria historia de un laico comprometido, sería interesante difundir más las vivencias de salesianos como el en todas las casas salesianas y animar a los alumnos con estos testimonios de vida. Necesitamos más vocaciones.