En el día de su martirio celebramos la fiesta de los mártires salesianos que llevaron a cabo la visión profética de Don Bosco que, soñando a sus hijos comprometidos en el Lejano Oriente, profetizó maravillosos frutos y habló del «cáliz lleno de sangre». Los dos mártires salesianos han dado su vida por la salvación y la integridad moral del prójimo poniéndose en defensa de tres jóvenes alumnas de la misión. Ellos defendieron a costa de su sangre la elección responsable de la castidad, hecha por las jóvenes, en peligro de caer en las manos de aquellos que no las habrían respetado. El sacrificio supremo de la vida madurado en la cotidianidad de una existencia vivida en la presencia de Dios y en el sacrificio generoso de sí.
Don Calixto, partiendo desde Timor Oriental para la China, repite varias veces a sus compañeros: «Vamos, preparémonos a morir como mártires en China». Y llegado a la nueva misión, a pesar de estar debilitado por la fiebre y agotado por el viaje, se puso a trabajar de inmediato comprometiéndose con el cuidado de los niños.
Mons. Versiglia expresó su gran espíritu de fe, especialmente en el desarrollo de la misión que se le confió. De cara a las dificultades, a la falta de recursos, a la escasez de medios, a la exigencia de las fuerzas, exclamaba: «Tenemos a Dios con nosotros, está la Virgen Auxiliadora, también tenemos un gran tesoro y una riqueza inagotable: El espíritu de Don Bosco».